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sábado, abril 20, 2024

Buen fin

Los acontecimientos de esta semana me pusieron a estudiar e investigar lo que es un golpe de Estado; por lo que encontré dicho término fue acuñado en Francia durante el siglo XVII e incorporado en la actualidad al vocabulario de casi todas las lenguas modernas.

Pero, para entenderlo hay que profundizar en el tema. Sin duda es un asalto al poder con rasgos bien definidos, como diría Eduardo González Calleja en su artículo: “En las tinieblas de Brumario: cuatro siglos de reflexión política sobre el golpe de Estado”, todo golpe de Estado tiene ciertas características que vale la pena mencionar.

En primer lugar, el secretismo en la preparación del complot (compló, dijera AMLO) y la necesaria rapidez de su ejecución dan al golpe una característica impronta de acto repentino, inesperado y, en ocasiones, impredecible.

Una segunda característica del golpe es su pretendido carácter violento, ya que, casi por definición, su ejecución implica una transferencia de poder donde está presente la fuerza o la amenaza de su uso. Podría ser considerado por ello como una forma de violencia política, caracterizada por el protagonismo de un actor colectivo minoritario y elitista, que dispone de amplios recursos coactivos para alcanzar una meta ambiciosa.

Los golpes de Estado se distinguen de otras clases de asalto al poder en que requieren un empleo de la violencia física muy reducido e incluso nulo, y no necesitan la implicación de las masas. El golpe es siempre un ataque fulminante y expeditivo a las instancias de gobierno que se ejecuta desde dentro del entramado del poder, y en eso se distingue fundamentalmente de las modalidades de violencia subversiva, como la guerra civil o la insurrección.

Si duda lo que si caracterizaría al golpe de Estado no es su naturaleza violenta, sino su carácter ilegal, de transgresión del ordenamiento jurídico político tanto en los medios utilizados como en los fines perseguidos, sean éstos el establecimiento de un régimen dictatorial o un cambio en el equilibrio constitucional de los poderes del Estado.

Sin duda Eduardo González Calleja tiene mucha razón en su estudio, y valdría la pena reflexionar sobre el golpe de Estado que denuncia el Expresidente de Bolivia Evo Morales y preguntarnos: ¿realmente fue un golpe de Estado? o ¿prefirió renunciar para polarizar más su país y hacerse un mártir aprovechando su condición al ser de origen indígena? Esas preguntas sin duda serán respondidas con el tiempo hay que observar su actuar en los días venideros.

Aun así, vale la pena mencionar que Evo Morales llegó al poder con deseos de realizar profundos cambios sociales en su país repudiando el neoliberalismo rapaz, impulsando programas en beneficio de los que menos tienen, que disminuyó los índices de pobreza en su país demostrando que el neoliberalismo no lo es todo en el mundo, haciendo crecer su producto interno bruto.

Lo interesante es, si el ya había pasado a la historia como un buen gobernante durante sus tres mandatos ¿Por qué aferrarse al poder? ¿Por qué buscar un periodo más? El pueblo vía votación empezó a mostrar su descontento, distintas voces aconsejaban que ya no se reeligiera. Sin embargo, le pasó lo que muchos políticos piensan: primero, que creen tener la verdad absoluta; segundo, que piensan que si dejan el poder las cosas pueden cambiar para mal; tercero, que están plenamente convencidos que solo ellos tienen la capacidad para resolver los problemas; cuarto, que argumentan que la mafia del poder regresaría y haría de las suyas. Evo tuvo la oportunidad de salir victorioso, salir por la puerta “grande” del palacio de gobierno y no por la trasera, huyendo; pero además, pudo tener de por vida calidad moral para hablar y denunciar los abusos de los futuros gobiernos si los hubiere en su caso, además de presumir ante el mundo que no se requiere ser neoliberal para sacar adelante a un pueblo.

En México, aparte de la dictadura del PRI, como partido hegemónico por décadas, nuestro ejemplo de dictadura en una sola persona, es el Gral. Porfirio Díaz, quien se perpetuó en el poder argumentando que el pueblo no estaba preparado para elegir y tener otra forma de gobierno. ¿Qué sucedió entonces? Nada más, ni nada menos, que en la historia se le describe como un tirano al que nunca se le ha reconocido el desarrollo económico que tuvo el país durante su largo periodo y que salió huyendo sin poder regresar a su país, hasta morir desterrado; todo por no retirarse a tiempo.

Los conservadores en nuestro país pueden estar tranquilos, lo que le pasó a Evo Morales también le pasará en México a los actuales gobernantes si se aferran al poder de manera fraudulenta. El pueblo ahorita apoya al apóstol de la 4T, pero gracias a que somos una democracia los electores también podemos cambiar de opinión y si no lo creen que le pregunten a Evo.

Ahora bien, Evo me dio tema a mí y a muchos para platicar. Me pregunto ¿invitarlo a que se refugiara en México fue un distractor? Esto para que se nos olviden los temas de Culiacán, Sin., Celaya, Gto., Salamanca, Gto., Sonora y en general de la inseguridad en todo el país, el aumento en los casos de extorsión y secuestro, los plantones de la gente del campo en la cámara de diputados, la imposición sin el menor recato en el Senado de la presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos la morenista Rosario Piedra Ibarra, etc., piensa mal y acertarás…

Mientras en Guanajuato el distractor es montar a caballo, cantar y ser feliz, feliz, feliz…y si no, volar en globo y salir de compras en el buen fin…

Luis Guillermo Torres Saucedo
Luis Guillermo Torres Saucedo
Abogado con estudios en las Maestrías en Derecho Constitucional, Administrativo y Fiscal y profesor del SABES.

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