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jueves, marzo 28, 2024

¡No los entretengo más!

Estos primeros días del mes de noviembre forman parte del arraigo de nuestras tradiciones respecto al día de muertos, que sin duda adquirimos gracias a nuestros padres y maestros. Esta rica tradición que nos identifica como mexicanos, nos hace recordar que nuestros antepasados en la época prehispánica no le tenían miedo a la muerte, algo de lo que sin duda hoy en nuestros días nos vanagloriamos. Una manifestación literaria que refleja nuestra burla a la muerte y a lo cotidiano, son sin duda las famosas calaveras políticas, y como lo destaca el maestro en letras españolas Rodolfo Gutiérrez García en su tesis “Las Calaveras, su función social” diciendo que: “las calaveras son una flor popular que tiene una vigencia efímera, unos cuantos días. Se renuevan cada año, dan cierre festivo a los acontecimientos del año civil, pasan revista a los sucesos relevantes de enero a noviembre, fiscalizan el proceder de nuestras autoridades y de nuestros políticos, así como resaltan los desfiguros de las personas prominentes de nuestra sociedad”.

Sin duda el maestro Rodolfo Gutiérrez García tiene razón. El día de hoy, en forma de calavera escribí esta columna, y pues, no se salvaron varios políticos de nuestro México, de los cuales, unos han sufrido para gobernar, mientras que otros no lo han sabido hacer, cometiendo errores que les pueden costar un alto nivel de desprecio popular.

El que se ganó una calavera positiva fue el diputado Fernando Torres Graciano quien demostró que sí sabe ser oposición, además de buen orador, al poner en evidencia al secretario de Seguridad Pública Federal, Alfonso Durazo, quien fue exhibido en su comparecencia en la Cámara de Diputados, como muy mal estratega en el tema que más aqueja a los mexicanos.

 

En este dos de noviembre la muerte se apareció,

y al presidente de México, en el palacio asustó,

y por cambiar todas las cosas al panteón se lo llevó.

 

El secretario de Hacienda queriéndolo rescatar

con denunciarla como “facturera” a la calaca fue a espantar,

pero sin duda ella lo asusta con poderlo enterrar y si no,

como a otros mal portados por lo menos, encarcelar.

 

Los estados y municipios no encuentran ya que gastar,

como a Pemex se lo acabaron, la muerte los vino a ayudar,

tristemente con el pueblo ella se vino a desquitar,

disponiendo que los impuestos tuvieran que incrementar.

 

El diputado Romero, con ese pretexto, a los alcaldes fue a apoyar,

y en la puerta del Palacio se puso a protestar,

pero la muerte en lugar de asustarlo,

le consiguió una maestra para ponerlo a estudiar

porque eso de la protesta de plano no se le da.

 

Pero al que nadie asusta y mucho menos hacen callar,

es al diputado Fernando que a Durazo puso a temblar.

Dicen que con su discurso a la muerte quería conquistar

y ella terminó diciendo: “este es hombre de experiencia aunque

algunos de los panistas, a él lo quieran despreciar”

 

Al alcalde Navarro la calaca se lo llevó al sepulcro,

porque si revisamos su gobierno, éste no es nada pulcro.

La basura nos inunda, pero él no quiere entender,

pues él sólo es bueno,  para los túneles fest.

 

A Diego, nuestro gober, también lo vamos nombrando

dicen que está escondido y se la pasa añorando

a su padrino y exjefe a quien la muerte llevó

pues al andar tras sus huesos en su silla lo encontró.

 

A los políticos corruptos la muerte los busca y busca,

pues está claro, que no tienen madre que los conduzca.

No los quiere en la tumba, los busca pa’ regañarlos

porque su madre y abuela ya no pueden ni nalguearlos.

 

Y como dijo el payaso en su lecho de muerte… me voy, ¡no los entretengo más!

Luis Guillermo Torres Saucedo
Luis Guillermo Torres Saucedo
Abogado con estudios en las Maestrías en Derecho Constitucional, Administrativo y Fiscal y profesor del SABES.

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