Al grito del muerto al pozo y el vivo al gozo, el presidente municipal de Guanajuato trae del tingo al tango a los muertos momificados: ¡Cáite cadáver!, que alguien debe cobrar la renta.
Esas personas que fallecieron vaya usted a saber en qué condiciones son, literalmente, carne dada a los gusanos. Pero por cuestiones químicas, no se pudren del todo; sin embargo, son depósitos de hongos y bacterias bien vivitos.
Pero como los ignorantes que se trepan al poder ni saben ni les importa nada, sólo huelen dinero producido por el morbo popular que distingue a Guanajuato.
Sin ningún cuidado ni tratamiento especializado, exhiben (y cobran) a las momias por doquiera que el precisillo lo quiera: calles, ferias de pueblo, reuniones burocráticas, espectáculos rápidos y jariosos; nomás es cosa de llevárselas no importa cómo, meterlas en vitrinas sin diseños especiales, iluminarlas con foquitos lucidores y tomarse las fotos de rigor p’al feis.
Encandilado con el negociazo, ahora ha tenido la ocurrencia de imaginar un nuevo museo ¡internacional!; como chico le queda el pueblo, delira viendo hartos billetes verdes y de todos colores para embolsar las arcas. Concreto, vidrio y aluminio serán materiales que hagan realidad una carísima ilusión con moche.
Irresponsables todos los que le hacen el caldo gordo, pero más culpable es el que le puede ayudar a traficar con el poder que unos votos panistas le dieron. Y no exageramos: ya sabemos y vemos cotidianamente cómo se hacen los negocios del poder, aunque su cinismo les alcance para valerles una pura y dos con sal. Así gobierna hoy el PAN.
