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viernes, marzo 29, 2024

Twin Peaks T03E10: El regreso, parte 10

Otra semana, otro episodio de Twin Peaks. Y esta es una semana que… parece haber pasado sin glorias y críticas sin sentido, en parte porque naturalmente la atención se desvió hacia Game of Thrones y la gente estaba más dispuesta a ver el montaje de un tipo limpiando bacinicas que en proseguir la saga de Dougie Jones, algo que iba a pasar por los ritmos a los que el público está acostumbrado.

Aun así para los que le dimos la oportunidad fuimos recompensados con… un episodio regular, no por ello malo.

Richard (Eamon Farren) se ha logrado salir con la suya desde que atropelló a un niño. Mató al testigo que contactó a Andy y ahora va por el único que le queda apagar: a Miriam Sullivan (Sarah Jean Long), o mejor conocida como la mujer que no dejaba de reírse en el café Double R Diner. Richard llega a su casa remolque y la otra mujer presa del pánico le advierte que ya le ha mandado una carta con destino a la jefatura de policía detallando el crimen que cometió, cosa que no le agrada para nada porque entra y en una escena cruel, arremete contra Miriam mientras la audiencia sólo puede escuchar los golpes y gritos; sale como un maniaco y se preocupa por el asunto de la carta, así que marca a un contacto para hacerle saber del problema en el que se encuentra.

En cuanto a Miriam, pues Richard se hizo cargo de que su existencia explotase por los aires.

Y el mensaje llega con una revelación: Chad (John Pirrucello) es de los tipos malos. Algo que seamos honestos, ya se veía venir con su actitud molesta hacia Andy y Lucy y faltándole el respeto a la Mujer del tronco. Chad actúa rápido tratando de distraer a Lucy (Kimmy Robertson) portándose amable para poder recoger el correo antes de que entre a las oficinas de comisaría. Y logra quedarse con la carta de Miriam… pero digamos que Lucy metió su nariz y vio cómo el oficial corrupto guardaba la carta en su camisa.

Podríamos decir que esto sería todo lo que supiésemos de Richard, pero oh no… sigue siendo un desgraciado.

Richard llega a la casa de los Horne confirmando una de las teorías más fuertes: de que era el hijo de Audrey Horne. Sabemos esto porque llega con su abuela y le demanda que le dé todo el dinero. Sylvia (Jan D’ Arcy) y Johnny (Eric Rondell) ya habían aparecido en la temporada sin hacer algo muy sustancioso (vimos a Johnny estrellar su cabeza en la pared), y las consecuencias de esa escena salieron a relucirse, porque Johnny está amarrado en una silla con una especie extraña de peluche que menciona una y otra vez su nombre y cómo se encuentra.

Lo extraño surgió en cómo fue grabada la triste escena porque la cámara adopta un estilo más libre, acercándose de manera dramática al ataque de Richard con Sylvia y flotando mientras veíamos a Johnny tratar de salvar a su madre. El momento incómodo dura un buen rato y Richard se lleva todo el dinero.

Pero la pregunta más obvia es ¿Dónde está Audrey?

El episodio de esta semana se enfocó en los antagonistas con mayor cercanía y desarrollo que el habitual… y sin nada del Cooper Malo.

Los Mitchum (Robert Kneeper y John Beluchi) y sus muñecas vivientes Candie, Sandie y Mandie están planeando algo serio, pero son unos inútiles. Más por confiar en Candie, quien es hermosa, pero no puede hacer cosas tan simples como matar a una mosca sin herir a uno de sus jefes o traer a un sujeto sin contarle las maravillas que representa el tener aire acondicionado en el casino.

Tienen ese exuberante traje rosado 24/7.

Los Mitchum se dan cuenta del fallido trabajo de Ike en las noticias y se dan cuenta de que Dougie Jones era el sujeto que ganaba en el “jackpot”. Y al mismo tiempo le agarran más coraje porque un enviado de Duncan Todd –el sujeto que siempre está en su escritorio- menciona que Dougie es la razón por la que no obtuvieron dinero tras un incendio que ocurrió en su hotel, por lo que deciden matar al hombre del misterio.

Mientras tanto, Dougie Jones (Kyle MacLachlan) sigue sin ofrecer respuestas. Por fin es llevado al doctor y lo único que consiguen Janey-E (Naomi Watts) y el médico que revisa a Dougie es ver que ha perdido peso y tiene un cuerpo envidiable para su edad… cosa que le queda remarcada a Janey-E quien no deja de pensar en Dougie con deseo y tras una rebanada de pastel, tienen sexo.

Ahora, yo no sé cómo funciona a la perfección un cuerpo que sale del Otro Cuarto pero hasta donde entiendo en el caso de Dougie Jones era un hombre que no sabe nada, lo que le agrega más incomodidad a la escena de sexo mientras mueve los brazos como inflable barato de gasolinera y tiene una sonrisa de oreja a oreja en el rostro, y Janey-E sólo se limita a gritar el nombre de Dougie cada vez más fuerte.

Campeón.

 

Y por cierto, la canción que aparece tras el coito es esta.

 

Por el lado de la investigación del FBI vimos más revelaciones. Cabe destacar una dulce escena que Cole (David Lynch) y Preston (Chrysta Bell) presencian y es que Albert (Miguel Ferrer), el siempre gruñón agente -¿Tú no lo serías si tu jefe fuese un sordo y tienes pésima suerte?- está cenando y riendo con Constance (Jane Adams), la forense que parece hacer stand-up.

Pero eso no es lo importante, lo importante es que se dan cuenta de los mensajes de texto de Diane que recibió del Cooper Malo y otra prueba sustanciosa, porque ¿Recuerdan la caja de vidrio del primer episodio? Esa que sacaba fotos en todo momento, pues parece ser que el Cooper Malo fue el causante del experimento, quizás para atrapar al verdadero Cooper en caso de que pudiese escapar del cuarto oscuro.

Lo más enigmático, fue que Cole tuviese una visión de Laura Palmer al recibir a Albert, y también ¿Qué significa su dibujo?

Vemos de nuevo a la Mujer del tronco (Catherine Coulson)  -desgastada pero siempre para el servicio del bien- dándole más pistas al sheriff Hawk (Michael Horse). Menciona “un brillo que ha estado muriendo en estos tiempos”, de que los hermanos Truman son de confiar, que indagase sobre “el sueño del tiempo” y que… Laura es la elegida.

Los momentos pequeños fueron el ver el programa del doctor Jacoby que ya tiene un fanático incondicional con Nadine Hurley, a Becky siendo abusada por su pareja, Jerry sigue perdido en el bosque (¿Por qué no sigues el río? Idiota) y por supuesto, esas palas doradas que son un éxito en ventas.

Si mencionaba la controversia fue porque el episodio ha sido el más violento respecto a otros, situación que levantó la siempre tradicional conversación de que si Lynch era un misógino. Vivimos en un mundo cada vez mas políticamente correcto y no es posible que ver las fechorías de un desgraciado (que de manera irónica no vimos), abuso intrafamiliar, y la vestimenta de tres personajes surreales levantase denuncias cibernéticas contra Lynch y Mark Frost.

Raya en lo ridículo.

Al final, tuvimos un episodio consistente, un poco apagado con respecto a otras revelaciones, pero que sigue ofreciendo lo mínimo como para que la audiencia siga atrapada.

Faltan 8 episodios, necesitamos menos revelaciones y más cierres… pero Twin Peaks nunca ha sido sinónimo de cierres lógicos.

 

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