- Publicidad -
jueves, abril 25, 2024

Un virus milenial (I). El cese productivo

Por: Gerard Moreno Ferrer

 

La crisis del coronavirus es plenamente real, con independencia a su interpretación. También es cierto que, para quienes nos hallamos entre los 18 y los 50 años, no será mucho más que una gripa algo fuerte, con fiebre alta y tos seca a la que fácilmente sobreviviremos con algún paracetamol y algo de reposo.

Ese no es el problema.

Por un momento deberíamos dejar de preocuparnos por si nos va a afectar a nosotros o no y pensar en la población vulnerable cuyos síntomas serán más graves. El problema tampoco es la tasa de mortalidad (aunque la hay y no es menospreciable). El problema cae en el exceso de casos graves que produce, el cual esta desbordando dos de los mejores sistemas sanitarios de Europa (El español y el italiano, Cif:https://www.bloomberg.com/…/u-s-near-bottom-of-health-index…). Lo cual me lleva a hacerme esta pregunta: Si ha sido capaz de saturar estos dos países, ¿qué pasará si la fase avanzada de propagación llega a México? Ciertamente los factores del calor y la sequedad pueden jugar en nuestro favor, pero más vale prevenir que curar.

Con ello no quiero dar el grito de alarma. Como ya he dicho la gran mayoría sólo tendremos un resfriado algo fuerte y, en el peor de los casos, un poco de asma. Pero lo que debería preocuparnos es qué pasará cuando los sistemas sanitarios colapsen. ¿Cuánto sufrirán nuestros ancianos por nuestra irresponsabilidad ante el hecho de que a nosotros “no nos afectará tanto”? Esto es, a mi parecer, lo que deberíamos tener en cuenta para pensar la situación que nos acecha.

En estos días puede verse una viñeta humorística por las redes que es tan graciosa como acertada. En ella vemos sentados en la barra de una cantina la gripe española, la peste negra y el coronavirus. El más joven les explica a los demás su “proyecto”: “Mi visión”, les dice con el lenguaje de la mercadotecnia, “no es matar a la gente per se, sino superar la capacidad de los sistemas sanitarios”. Ante esto, la peste negra, bebiendo un vaso de sangre purulenta, le responde “P***s milenials”. No habría podido imaginar una mejor definición de lo que está pasando.

Permítaseme una analogía algo burda: podríamos decir que el coronavirus es un milenial cuyo único objetivo es conseguir un fuerte índice de impacto en su canal de youtube o twitter. Su problema no es la mortalidad (aunque la hay), sino su capacidad de propagación, la cual está saturando la sanidad de todo el globo y haciendo, con ello, que muchos casos graves pero no letales concluyan en el deceso del enfermo por falta de la asistencia necesaria. Mientras sigamos midiendo esta pandemia bajo el modelo anterior (con índice de muertos, con la gravedad de sus síntomas, etc.) no lograremos comprender la verdadera naturaleza del problema.

Por suerte o por desgracia, el mundo se ha globalizado y esto tiene muchas implicaciones. Algunas positivas y otras negativas. Entre las negativas tenemos el hecho de que mutaciones víricas que antes no habrían pasado de una anécdota regional puedan llegar a alcanzar proporciones gigantescas. Estamos todos en contacto constantemente. Aunque las nuevas tecnologías parezcan alejarnos de las relaciones personales, lo cierto es que cada vez viajamos más y con más frecuencia; cada vez interactuamos con un número mayor de personas, aunque ciertamente estas interacciones ya no tengan la profundidad y la hondura que supuestamente tuvieron antaño.

Que podamos viajar más que antes, probablemente, es muy gratificante; pero, a su vez, contribuye a que enfermedades como la que nos ocupa – para las que aún no hay vacuna alguna – puedan propagase con mucha más facilidad. Es así como nos encontramos con las nuevas enfermedades “milenial”, estas que ya no podemos seguir valorando bajo el mismo baremo que utilizábamos con las pandemias anteriores (tal vez fuera por eso que en 2009 el índice de mortalidad desapareció de la definición de pandemia).

El confinamiento, la parálisis productiva y las desastrosas consecuencias económicas que pueden comportar la gestión de la crisis actual no son medidas del “sistema” para disminuir las libertades individuales e implementar nuevas formas de vida normativas. De hecho, se trata exactamente de lo contrario: estas medidas comportarán un socavón inmenso en el tejido económico a nivel mundial. A nadie le interesa menos el cese de la producción que a los “poderes fácticos” (bien sean económicos o institucionales) es por ello que, haciendo gala de su supina estupidez, están negando la gravedad del asunto (Desde Trump y Bolsonaro hasta AMLO y Sinhue) y rehuyen aplicar las medidas necesarias cuando ésta ya no puede ser negada. Así sucede ahora mismo, por ejemplo, con el gobierno español, que no sólo no aplica las acciones pertinentes sino que inhabilita las instituciones que sí lo están haciendo, como pueden ser los gobiernos de Catalunya y Euskadi. Tienen auténtico pavor a las implicaciones de un cese productivo de 15 días o más. Ya hay algunos líderes como Boris Johnson que, con todo el cinismo del mundo, han declarado que se debe asumir que muchos perderán a sus familiares, pero que lo importante es mantener el sistema económico actual. Por suerte, algunos días más tarde, y viendo la magnitud de la catástrofe, fue capaz de rectificar su postura ante la crisis sanitaria.

Cabe recordar que la fase de mayor riesgo de transmisión es la de latencia del virus (entre 2 y 14 días). Esto hace que el número actual de portadores muy probablemente sea mucho mayor que el número de casos detectados. Además, el hecho de que sus síntomas aún no sean visibles, hace muy difícil trazar los necesarios cordones sanitarios para impedir su propagación. Haber realizado eventos masivos como el Rally Guanajuato o el Vive Latino es prueba de una irresponsabilidad sin medida y muestra, además, esta necesidad de no intervenir el curso normal de la economía.

No hay espacio para teorías conspirativas de ningún tipo. Los gobiernos, todos ellos y en prácticamente todo el globo, se están viendo desbordados y sólo muestran su incapacidad de gestión mientras la economía se está hundiendo.

Las instituciones se están desgastando en hacer que creamos que todo se desarrollará con normalidad; sólo con ello pueden evitar que la rueda productiva se detenga. Tal como decía con algo de humor el situacionista Raoul Vaneigem, nuestro sistema productivo gira en el aire como los pies del Coyote de las caricaturas: Mientras no se detenga seguirá flotando a pesar de haber perdido el suelo bajo sus pies; pero en cuanto cese su movimiento y se percate de que no tiene soporte en el que sustentarse, caerá inevitablemente en picado al fondo del abismo. Quizá en esta imagen podemos ver con claridad el intento de evitar a toda costa un paro productivo por parte de nuestros dirigentes a nivel mundial, o casi.

Sin embargo, esta crisis nos abre nuevas posibilidades. Al forzar la detención de la economía, pone de manifiesto algunas de las grandes carencias de nuestra organización social: La distribución de la riqueza que, impidiendo que algunas personas puedan restar en casa, pone en peligro su vida y la de mucha otra gente; la necesidad de establecer un sistema sanitario universal y de calidad, para impedir que el malestar de uno se propague sobre los demás, o el necesario cuidado del planeta y mantenimiento de la biodiversidad. Las veremos en el siguiente artículo.

Sporadikus
Sporadikus
Esporádico designa algo ocasional sin enlaces ni antecedentes. Viene del latín sporadicos y éste del griego sporadikus que quiere decir disperso. Sporás también significa semilla en griego, pero en ciencia espora designa una célula sin forma ni estructura que no necesitan unirse a otro elemento para formar cigoto y puede separarse de la planta o dividirse reiteradamente hasta crear algo nuevo. Sporadikus está conformado por un grupo de estudiantes y profesores del departamento de filosofía de la UG que busca compartir una voz común alejada del aula y en contacto con aquello efervescente de la realidad íntima o común. Queremos conjuntar letras para formar una pequeña comunidad esporádica, dispersa en temas, enfoques o motivaciones pero que reacciona y resiste ante los hechos del mundo: en esta diversidad cada autor emerge por sí solo y es responsable de lo que aquí se expresa.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO