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sábado, abril 20, 2024

Virtud y romantización en la cuarentena

Noé Morales Antonio

 

No existe frase que más daño cause en este encierro como la siguiente: “esta cuarentena tienes que salir con un libro leído, una habilidad nueva y nuevos conocimientos”.

La disminución de personas en la calle, el encierro, la pandemia que se enfrenta nos toma por sorpresa a todos, sin estrategias para sobrellevar la ausencia de aquello a lo que llamábamos normalidad. Mantener distancia, incluso de nuestros seres queridos, modificar nuestras rutinas, etc. Actualmente muchos o bien ya se están acostumbrando y generando nuevas estrategias, o bien, ignorando toda norma de seguridad y prevención.

Sin embargo, una de las dinámicas que se ha mantenido es la romantización de la cuarentena, exacerbar el carácter productivo en un momento en el que se piensa que el tiempo ha tenido una extensión considerable. Matemáticas simples, cuanto más tiempo se tiene, más productivo se puede ser.

Además de que una aseveración de este estilo viene de un sector privilegiado que puede realizar un encierro durante los tiempos de contagio, también es un pensamiento que deja de lado pensar que la calidad de humano que nos caracteriza puede ser puesta en pausa para comenzar un ejercicio de producción.

Nos olvidamos que tenemos la necesidad de sentirnos protegidos, tranquilos y con ciertas seguridades a nuestro alrededor que no modifiquen nuestra vida cotidiana. Y justo esta pandemia ofrece a la humanidad todo lo contrario, al vernos vulnerables frente a un posible contagio nos encontramos ajenos a alguien externo que nos cuide y proteja, inclusive a un sistema de salud que nos resguarde, se intensifica el autocuidado y es ahí donde la producción deja de ser una prioridad.

Nuestra real preocupación es terminar esta pandemia de la mejor forma posible sin importar qué tanto se modifique nuestra vida después de un evento de estas magnitudes. Sin embargo, es muy común vincular el cuidado con “la vida buena”

La vida buena ha sido un concepto muy retomado por la ética, ayuda a direccionar las acciones humanas, virtudes, hacia un bien, pero lo más relevante es que el ejercicio de seguir los parámetros de la vida buena va de la mano con lo sensible y satisfactorio, así como de un ejercicio reflexivo de estos.

Y entonces, en esta pandemia claro que surge la pregunta ¿qué es la vida buena en estos momentos? Antes de contestar a esta pregunta será necesario simplificar la pregunta a ¿qué es la vida buena?

Hace poco más de 5 años, cuando pensar en una pandemia era propio de Hollywood y no de la OMS, leía a Alasdair MacIntyre, un filosofo neoaristotélico que piensa en las éticas comunitaristas, y decía en su libro “tras la virtud”

La vida buena para el hombre es la vida dedicada a buscar la vida buena para el hombre, y las virtudes necesarias para la búsqueda son aquellas que nos capacitan para entender más y mejor lo que la vida buena para el hombre es. [1]

Este pequeño trabalenguas básicamente sugiere que además de no saber qué es la vida buena, trabajaremos constantemente para conocerla, sin antes experimentarla. Nuestras acciones, esas virtudes que trabajamos todos los días, siguen sin conducirnos a una vida buena, vivimos en contante ejercicio de comprensión.

Y claro que el panorama es desalentador, las virtudes que siempre nos llevan a cargar el estandarte de buena persona, y el valor de juzgar a los demás, parece no tener una base fuerte que me permita señalar el camino del bien.

Y entonces, si las virtudes nos ayudan conocer el bien, a encontrar las actitudes que vayan en orden a una buena vida, la cuál aún no terminamos de conocer. ¿qué es la vida buena en esta pandemia? Acaso ¿es salir con un libro leído, una habilidad nueva y nuevos conocimientos?

MacIntyre logra entender que esta eterna búsqueda de una vida buena se vuelve complicada cuando se quiere integrar a la totalidad de los sujetos éticos, y esta complicación se debe a que muchas veces las formas de entender una situación son variadas, ya sea por circunstancias cercanas a los sujetos éticos, o culturas distintas. De ahí que nuestro autor nos invite a entender la virtud como esa búsqueda constante de entender que es la vida buena, pero ya no de forma general, sino que significa con base en cada circunstancia que se nos presenta.

La pandemia nos presenta nuevas reglas, nos cambiará nuestro acontecer y modificará las dinámicas, y esto gracias a que ya vivimos un cambio rotundo de vida, uno que aún no comprendemos uno que requiere entender los peligros, beneficios y distracciones de la buena vida que tiene esta pandemia.

Tal vez la dinámica de producción no se modifique tanto, pero si algo es seguro, romantizar la cuarentena y la pandemia no es el camino más sano que nos guíe a una vida buena. La preocupación de todos son los peligros que conlleva contagiarse, lo cuál nos posiciona en una actitud de autocuidado, y por esto no solamente físico, se incluye también el emocional y el mental.

La pandemia abre la posibilidad de pensarnos nosotros mismos, presenta un buen momento para reconocer cuál es la vida buena, tal vez sea leer un libro, o simplemente llegar del trabajo y no querer hablar más del COVID-19. Cualquier estrategia que el lector de este artículo elija será necesario ponerla en práctica, pues nos encontramos en un momento de cambio y seremos nosotros los que definamos las nuevas formas de relacionarnos, menos violentas y más empáticas, redefinir el cuidado, para que en el momento en el que deje de cuidarme a mí, sepa cómo hacerlo con los que me rodean.

[1] MacIntyre, Alasdair, Tras la virtud, Crítica, España (2008), Pág. 271

Sporadikus
Sporadikus
Esporádico designa algo ocasional sin enlaces ni antecedentes. Viene del latín sporadicos y éste del griego sporadikus que quiere decir disperso. Sporás también significa semilla en griego, pero en ciencia espora designa una célula sin forma ni estructura que no necesitan unirse a otro elemento para formar cigoto y puede separarse de la planta o dividirse reiteradamente hasta crear algo nuevo. Sporadikus está conformado por un grupo de estudiantes y profesores del departamento de filosofía de la UG que busca compartir una voz común alejada del aula y en contacto con aquello efervescente de la realidad íntima o común. Queremos conjuntar letras para formar una pequeña comunidad esporádica, dispersa en temas, enfoques o motivaciones pero que reacciona y resiste ante los hechos del mundo: en esta diversidad cada autor emerge por sí solo y es responsable de lo que aquí se expresa.

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