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viernes, abril 26, 2024

Una novela corta (parte 2)

POR CAPÍTULOS.

HOY, DEL CAPÍTULO SIETE, AL TRECE.

CONTINUAMOS.

CAPITULO SIETE.

_ “¿Entonces dices que antes estaba peor, más viejo y decrépito…eso dices?”

CAPÍTULO OCHO.

Me contestó que sí. Aquí, la razón me hizo ver algunas cosas. ¿Entonces quién es el otro gurú? “Uno improvisado.” ¿Improvisan muy a menudo? “No mucho.” “Por ejemplo esta vez hubo que hacerlo, dada la importante operación a la que fue sometido el verdadero, obteniéndose el maravilloso resultado que tú mismo has podido apreciar.”

¿Y entonces cuantos somos realmente en la secta? “Nadie lo sabe.” -Entonces el gurú no es tan sabio, no lo sabe todo, o él sabría, cuantos somos. – “El gurú no se rebaja a ese tipo de asuntos mundanos y baladíes.”

¿Y la cocinera que organiza los talleres, quién es?

“Pregúntale a ella.”

CAPÍTULO NUEVE.

Empecé a desconfiar.

CAPÍTULO DIEZ.

Cada vez parecía más y más lejana la posibilidad de adherirme a mi novia Mercedes. Por lo que llegué a entender, el falso gurú, oficiaba como guardia personal del renovado. La cocinera organizó talleres musicales aprovechando los autóctonos instrumentos recuperados después del regreso triunfal del “Renovado.”

Aunque yo lo llamaba así, como una especie de broma sarcástica. A mi novia Mercedes le gustó el nombre. Tardó poco en cundir. Y entonces el anciano decrepito, se hizo llamar a sí mismo: “El Renovado.”

CAPITULO ONCE.

Una tarde, la cocinera se acercó de repente y me entregó un juego de maracas y un bonito sombrero, conminándome a participar en el taller musical, a partir de ya, o, de otra manera, podría irme despidiendo de mi postre favorito. El arroz con leche. Cuando con mi innata e intocada inocencia, inquirí a “Chavela” por las pilas necesarias para el funcionamiento adecuado, del instrumento puesto por ella bajo mi resguardo, con mirada de pistola recargada, me taladró con un: “No sea usted payaso.” Y se alejó, soberbia, arrogante y altiva.

Como las posibilidades de adherirme a mi novia Mercedes parecían cada vez más remotas, me había refugiado en la comida como única alegría. Y de la comida esperaba, apenas conteniéndome, la llegada del arroz con leche.

CAPÍTULO DOCE.

Años atrás, la madre de mi antigua novia, Edelmira, preparaba también un arroz con leche delicioso. Cuando digo “mi antigua novia” no exagero. Yo tenía veinte. Ella cuarenta y muchos.

Era antigua Edelmira.

Ella y yo -ambos- con trastorno bipolar, aunque intentábamos entendernos no lo lográbamos. Tampoco con Edelmira, por más que quise adherirme a ella, lo pude conseguir. Aun así, mi desinteresada relación con Edelmira duró seis años.

Su padre -también bipolarizado- una noche disparó en mi contra. Por poquito, no me dio. Magnánimo como soy, lo perdoné. Sabiendo el bipolarizado por donde hacerme daño, disparó contra su mujer. Le dio.

Ya no habría más arroz con leche. Eso no se lo perdoné al bipolarizado.

Dejé a Edelmira. De cincuenta y tantos.

CAPÍTULO TRECE.

Mi situación dentro de la secta ha ido cambiando. Mi relación con Anastasia, la cocinera, (que cuando lleva sus Ray-ban tanto me recuerda a Chavela Vargas, y cuando no, cuando no los lleva, me recuerda mucho a un amigo que vive en España, y al que hace mucho no veo) ha mejorado.

Desde que en el taller musical me he revelado como un asombroso portento a la hora de empuñar y maniobrar las maracas. Por lo que en las celebraciones más relevantes de los misterios celestiales transferidos “Al Renovado,” por las fuerzas ocultas que nos protegen, y sobre todo cuando nos visitan y celebran con nosotros dignatarios importantes de otras sectas, se cierra siempre el sagrado acto, conmigo creando un ambiente -cuasi celestial- dentro del cual cada vez me supero a mí mismo. Interpretando siempre la misma improvisación en la que con mi virtuosismo, atrapo la atención de la fina concurrencia.

Algunas veces, muchas veces, durante tres o cuatro horas ininterrumpidas.

Deleitando, y fascinando a todos con un solo de maracas, del que no sólo soy el intérprete, si no también, además, premiado compositor.

(CONTINUARÁ)

 

edgarsalguero@hotmail.com

Edgar Salguero
Edgar Salguero
PINTOR Y AHORA CUENTISTA, LLEGÓ DESDE COSTA RICA A GUANAJUATO HACE 45 AÑOS.

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