- Publicidad -
viernes, abril 26, 2024

Una novela corta (4)

 

HOY, DEL CAPÍTULO VEINTISÉIS, AL VEINTINUEVE.

CONTINUAMOS.

CAPÍTULO VEINTISÉIS.

Gratamente voy pasando de mi anterior estado grave -antes descrito- a una convalecencia prometedora.

CAPÍTULO VEINTISIETE.

He tenido la suerte de recibir las angelicales atenciones de una hermosa fémina, en algún tiempo incansable e invencible vendedora ambulante -casa por casa- de productos milagrosos, y, ahora, caída en desgracia.

Redimida, después, en una nueva faceta de novicia perteneciente al convento de Santa Marta, la Virgen de los Desprotegidos, que queda por aquí cerquita.

Se llama Soraya.

Ahondando en temas inconexos he llegado a conocer mucho de su vida desperdiciada y ella de la mía. De mi vida desperdiciada. En mi loco afán de adherirme a algunas, y no haberlo conseguido nunca. Al menos hasta ahora.

Se refugia en las instalaciones de la secta, obligada por la falta de espacio existente en el convento, a causa de una pandemia de la que yo no me había enterado, debido a la gravedad de mi prolongado episodio, -antes narrado- y los insólitos riesgos de este. Y me ha tomado por sorpresa, por mucha sorpresa, el saber de tal pandemia. Por lo que, a través de Soraya he llegado a saber, deduzco que, en una de esas, el mundo ahora sí; puede y no la cuente.

Me preocupa Soraya.

Por variadas y distintas razones.

Sor Soraya, no suena, ni se lee, ni se verá bien escrito jamás. Parece más bien, una tartamudez derivada de un error involuntario y descuidado.

Además, Soraya ronda una madurez plena por decir lo menos. No revelaré -mi reconocida caballerosidad lo prohíbe- su avanzada edad. Pero sus habilidades motoras al desplazarse por las calles, evitando con donaire gracias a su bastón de cuatro puntas, autos, peatones, mendigos que por alguna desconocida razón -al menos para mí- usan un extraño trapito que les cubre la boca, hidrantes descompuestos, perros y gatos, habla de una experiencia prolongada en el uso de tal artefacto. Que no se adquiere graciosamente, al grito de:

“Enchílame otra.”

CAPÍTULO VEINTIOCHO.

Maneras de ir conociendo cada vez más a tan fascinante mujer conlleva riesgos.

Anticipándome a qué, en una de esas, su pronto sublime enlace me tome por sorpresa, con sigilo, discreción, con tiento, con pisadas de gato disecado, he logrado saber su apellido de soltera. Vigente por pocas semanas todavía.

¡Y oh sorpresa!

Sin ocultarlo aquí, pero discreto como siempre he actuado, solo revelaré, que, a ojo de buen cubero, Soraya, podría estar lejanamente emparentada con mi vieja novia Edelmira. Hija de aquella querida -por mí- mujer asesinada a mansalva y sin razón, por su envidioso marido bipolar, padre de Edelmira.

Ella, también, Edelmira bipolar. Pero menos.

CAPÍTULO VEINTINUEVE.

Lo de convalecencia prometedora se desvanece a raudales. Y es que vivo en la intranquilidad exuberante que deja el desconocimiento del destino.

De mi destino.

De nuestro destino.

Del destino de todos.

CONTINUARÁ.

 

edgarsalguero@hotmail.com

 

Edgar Salguero
Edgar Salguero
PINTOR Y AHORA CUENTISTA, LLEGÓ DESDE COSTA RICA A GUANAJUATO HACE 45 AÑOS.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO