- Publicidad -
viernes, abril 19, 2024

“Yo soy 132”: una respuesta al autoritarismo, la antidemocracia y la prepotencia

El pasado 11 de mayo, el candidato del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Peña Nieto fue rebasado por la inconformidad de decenas de jóvenes estudiantes de la Universidad Iberoamericana en la ciudad de México.

La protesta se salió del guion de un político construido mediáticamente. Asustado, en vez de mostrar entereza y “tablas”, se refugió en los sanitarios. Como respuesta a la imagen de un Peña Nieto acorralado y desencajado, los dirigentes del PRI y del PVEM descalificaron a los protestantes y les indilgaron epítetos de “porros”, “manipulados” y “acarrerados”.

Por lo anterior, el 14 de mayo, con su credencial roja en la mano, 131 alumnos inscritos en la Universidad Iberoamericana respondieron en un video a los señalamientos de que las protestas contra Enrique Peña Nieto fueron protagonizadas por jóvenes enviados por los partidos opositores.

El video, disponible en youtube, muestra imágenes de la manifestación del viernes 11 de mayo contra el candidato presidencial del PRI y con un audio de Arturo Escobar, vocero del Partido Verde Ecologista de México, quien acusó a los quejosos de ser un grupo de “mayorcitos” de 30 a 35 años de edad, simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial de “las izquierdas”.

En once minutos aparecen imágenes de 131 jóvenes quienes muestran su credencial, dicen su nombre y el número de cuenta que los acredita como estudiantes de la Ibero y dirigen su mensaje a Joaquín Coldwell, Arturo Escobar, Emilio Gamboa, así como medios de comunicación: “usamos nuestro derecho de réplica para desmentirlos. Somos estudiantes de la Ibero, no acarreados, no porros, y nadie nos entrenó para nada”.

La consecuencia fue una nueva andanada de descalificaciones y críticas contra el grupo, tanto por parte de Coldwell como por una serie de articulistas que tradicionalmente escriben a favor de Peña Nieto. La respuesta más recurrente fue: son 131 chamacos, una minoría insignificante. Sin embargo, esos “131 alumnos de la Ibero” se convirtieron en Twitter en el trending topic número uno de México y de los más destacados a nivel mundial.

La contrarrespuesta fue una solidaridad política que rebasó los muros de la UIA, con una frase contundente surgida desde el corazón de las llamadas “redes sociales”: “yo soy el 132”. Y así nació este movimiento.

Si observamos el recuento anterior, fueron las respuestas autoritarias y la soberbia de políticos y periodistas las que alimentaron un fuego que pudo haberse quedado en el chispazo de un grupo de estudiantes “radicales”. Con un Peña Nieto más políticamente inteligente que hubiera salido digno de entre las protestas y una dirigencia que no acudiera a una actitud de desprecio similar a la de la clase política priísta de la era de Gustavo Díaz Ordaz, la realidad pudo haber sido otra y la protesta una mera anécdota de campaña o, mejor aún para Peña, un acto que lo fortalecería ante un “grupo de jóvenes intolerantes”.

No escribo sobre virtudes o defectos del “Yo soy 132”, ése es un debate que tendrán que asumir sus integrantes y seguidores. La referencia de mi parte es a que el “nuevo PRI” no está mostrando la actitud democrática, incluyente, respetuosa y tolerante que los mexicanos esperamos de cualquier partido y de todos los políticos.

Para documentar este artículo, leí “El PRI y el movimiento estudiantil de 1968”, libro de Salvador Hernández, publicado por Ediciones “El Caballito” en 1971, así como “La noche de Tlatelolco”, de Elena Poniatowska, entre otros textos. En todos ellos se exhibe la construcción de un discurso que descalificaba a los jóvenes al considerarlos faltos de capacidad y de ser manipulados por fuerzas oscuras.

Fue un discurso similar al actual, con condiciones paralelas de una industria de la información (prensa, radio y televisión) mayoritariamente adversa para los inconformes. En 1968 los jóvenes recurrieron al mitin relámpago, al volante y las pintas como medios alternativos, hoy las redes sociales son su canal.

Hay similitudes: el movimiento del 68 inició por la represión brutal a un nimio pleito entre púberes estudiantes de bachillerato; de las demandas de justicia se pasó a una posterior e histórica demanda de democratización. El “132” nació de una protesta contra un candidato y creció con la burda respuesta de un partido.

No obstante las coincidencias, no hay mayores elementos para equiparar al “Yo soy 132” con el Consejo Nacional de Huelga (CNH), tampoco busco hacer profecía para dictaminar que la inconformidad actual será históricamente trascendente, lo preocupante es ver las similitudes del discurso autoritario del PRI de 2012 con el de 1968, así como la postura soberbia de los medios de 2012 con la de la prensa y la televisión de 1968.

Cambian los tiempos, pero no las actitudes. Sólo preciso que el “Yo soy 132” -más allá del debate sobre su origen, desarrollo y propuestas (sobre las que escribiré porteriormente)- refresca el tedio del actual proceso electoral. No sé qué vendrá después.

Gustavo Díaz Ordaz murió jurando que el movimiento del 68 fue impulsado por una conjura comunista internacional y aunque Peña Nieto dice en sus millonarios spots (difundidos más de una semana después del bochornoso episodio en la UIA) que gobernará también para sus críticos, los articulistas de la prensa afín y los militantes del PRI contraatacan (principalmente desde las redes sociales) con una guerra intensa de desprestigio contra el movimiento de los “132”. Díaz Ordaz extendió su mano a los estudiantes para terminar “dialogando” con garrote y balas; esperemos que no haya similitud del poder priísta actual con el de 1968, suponemos que entienden que éste es otro México.

federico.velio@gmail.com

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO