Cuando se decide comenzar a formar una relación de pareja, pareciera que es fácil, pues al inicio todo es color de rosa, es bonito, mágico, sentimos mariposas en el estómago, se nos acelera el corazón al ver a nuestra persona favorita, a esto se le llama limerencia. Sin embrago la etapa de limerencia no es para siempre o al menos lo sano es los primeros 4 meses, posteriormente entramos a una etapa de amor romántico en donde comenzamos a ver los “defectos”, “imperfecciones” y cosas que no nos agradan de nuestra pareja y donde las preguntas que pueden surgir durante esta fase son: “¿estarás ahí para mí?” ¿puedo confiar en ti?” “¿puedo contar contigo para los buenos y los malos momentos?”, estas son algunas de las reflexiones que hacemos para saber si queremos seguir con esa persona que tanto nos ha hecho sentir y si realmente estamos con la persona correcta para este largo viaje del amor.
Cuando no podemos responder positivamente a estas preguntas, los conflictos surgen una y otra vez y pueden erosionar seriamente la relación. Las respuestas a estas preguntas son la base del apego seguro o inseguro a la relación, lo que será todo un reto para nuestra gestión emocional.
Por lo dicho, es común que en esta etapa existan crisis (es importante mencionar que una crisis es un antes y después de una situación), y la resolución o el enfrentamiento de dichas crisis supone un crecimiento en la relación y el fortalecimiento de los lazos afectivos. En cambio, si las dudas se confirman, la frustración, la decepción, la tristeza y la ira pueden aparecer, lo que genera una declive o rompimiento de la relación.
Estas crisis pueden aparecer alrededor de los 2 o 3 años y, en muchas ocasiones, el resultado de estas peleas viene determinado por la capacidad de negociación y de comunicación de la pareja.
Es por ello por lo que hablar de la negociación en la pareja es de suma importancia como el crear acuerdos, sobre todo para vivir las exigencias y responsabilidades de la vida diaria, de una manera sana y funcional.
Desde que nacemos, todos los individuos formamos parte de esa institución social llamada familia (cualquiera que sea su forma y estructura), que es el escenario donde se aprenden pautas de comportamiento que reproducen al exterior; sin embargo, al convivir en pareja, dichas pautas se reestructuran y modifican de acuerdo con las circunstancias de la diaria convivencia, la cual marca límites, intimidad y poder en las interacciones.
Cuando se consolida una relación y se toma la decisión de vivir con la otra persona o de crear un proyecto de vida en común, ambos miembros de la pareja deben aprender su nuevo papel de pareja y encarar cambios importantes en su estilo de vida y en el sistema de seguridad emocional de cada cual a fin de lograr un acoplamiento entre ambos. Es entonces cuando se conoce la verdadera personalidad de la pareja y cuando resaltan las similitudes y las diferencias que existen entre ambos pues provienen de familias con creencias y necesidades diferentes. La pareja debe tener la capacidad de negociar para comenzar a establecer las nuevas pautas de comportamiento, valores y creencias que ayuden al desarrollo personal, de pareja y/o familiar, puesto que es en este momento de mayor convivencia con el otro y del conocimiento más profundo de sus estilos de vida y costumbres. Cuando las discusiones facilitan la solución a una situación de conflicto inicial, serán positivas y funcionales desde el punto de vista del desarrollo de la pareja, o puede ser que, debido a ciertos mecanismos de evasión, no se resuelvan los conflictos y se llegue a la separación.
Una de las principales causas de divorcio o separaciones planteadas más comunes que llegan a consulta son por la falta de conocimiento entre los miembros de la pareja y es que los problemas más comunes en esta etapa pueden deberse a aspectos relacionados con el sexo, metas, toma de decisiones en diferentes situaciones, idealizaciones, celos, actividad laboral y otros.
En la actualidad, hablar de divorcio o separación de la pareja es muy común debido a que las metas y negociaciones propias del matrimonio no se llevan a cabo de forma adecuada. Muchas veces las metas se enfocan más a la satisfacción y no a la interacción con la pareja, ni tampoco se establece la comunicación ya que los miembros no hablan entre sí, no son escuchados ni escuchan, es decir, no prestan atención a las necesidades y demandas del otro.
Vamos entendiendo que el formar una nueva pareja es fácil, pero no es fácil el asumir las exigencias y responsabilidades en la vida diaria que conlleva el estar y/o vivir con una pareja, mantener el diálogo, la comunicación y comprensión es algo que no siempre se logra.
En cuanto a la negociación para el desarrollo o la construcción de confianza se basa en tener en cuenta las necesidades del otro miembro de la pareja también, Esto se consigue:
- Siendo consciente del dolor de la otra persona.
- Teniendo tolerancia hacia su punto de vista además del tuyo.
- Cubriendo las necesidades de la pareja.
- Con una escucha activa y no defensiva.
- Siendo empáticos.
En terapia de pareja se trabajan estas situaciones que ante los cambios y modificaciones que viven las nuevas parejas en los momentos actuales, para que la pareja pueda identificar y poner en práctica estrategias que permitan su crecimiento y mantenimiento, siendo así la negociación y los acuerdos parte fundamental del proceso de pareja para lograr una relación sana y funcional.
Psic. Esteban Martínez.
Terapeuta familiar y de pareja
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