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viernes, abril 26, 2024

10 mujeres en #LaResistencia. El virus no paralizó a barrenderas, enfermeras, parteras, activistas…

–Por Daniela Barragán, Dulce Olvera y Romina Gándara

Ciudad de México, (SinEmbargo).- Mientras la pandemia por la COVID-19 enfermaba a más de un millón y se llevaba la vida de más de 100 mil mexicanos, las mujeres, trabajadoras de oficio y por ende de actividades esenciales, no soltaron el acostumbrado doble y hasta triple rol socialmente asignado. En medio de todo fueron trabajadoras, madres, cuidadoras y amas de casa.

En estos meses de pandemia e incertidumbre, en México las mujeres han seguido buscando a sus desaparecidos; las calles se barrieron y la basura se recogió; los niños y niñas de poblados marginados sin internet recibieron clases; el Metro continuó dando servicio a millones de usuarios; hubo periodistas en la calle contando historias; los enfermos recibieron cuidados; hubo comida en los hogares; trabajadoras sexuales se enfrentaron a los riesgos de siempre y además al coronavirus; mujeres dieron a luz con ayuda de parteras para no arriesgarse en un hospital.

En su voz, 10 mujeres contaron a SinEmbargo cómo el coronavirus no las frenó; cómo vivieron el riesgo de contagiarse y contagiar a sus cercanos. Hablaron de cómo recorrieron hasta seis horas de camino para enseñar, cómo fue salir de casa a las dos de la mañana para ir a trabajar, cómo fue recorrer hospitales atendiendo o documentando con el miedo de morirse; cómo fue tener que salir a la calle mientras el Gobierno federal y local pedía quedarse en casa. Estas son 10 historias de mujeres en medio de la soledad, el miedo y la esperanza. Diez mujeres que representan a miles. Se presentan por orden alfabético de su primer nombre.

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ANDREA MURCIA, FOTOPERIODISTA 

Foto: Cortesía para SinEmbargo

Soy Andrea Murcia, tengo 28 años y soy fotoperiodista. Trabajar durante la pandemia ha sido difícil, sobre todo desde esta trinchera. Siempre sentíamos el peligro de manera ajena. Ahora somos parte y podemos contagiarnos en cualquier momento. Estar viendo en primera persona los hospitales y pensar que tú puedes estar en ese lugar o algún familiar. Ya no es algo que cubres y pasa […] A diario piensas que se puede contagiar alguien que quieres o tú y no sabes si te vas a morir o no.

Siendo fotoperiodista tu trabajo es arriesgarte. Como dijo un compañero ‘cubrir una pandemia es como cubrir una guerra’ porque no sabes en qué momento te van a atacar: Tienes que cubrir el Centro (de la Ciudad de México), el Metro, los hospitales. Todo eso lo hicimos desde el inicio sin saber cómo cuidarnos realmente.

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Esta fotografía tomada por la fotoperiodista Andrea Murcia muestra el ingreso al hospital de un paciente con COVID en la Ciudad de México. Foto: Cuartoscuro.

El momento que más me causó impacto fue cuando estuve con los paramédicos. Me di cuenta de cómo viven aislados, de las personas que no les importa contagiarse con tal de estar con sus familias, las que deciden no llevarlos a los hospitales y que prefieren que mueran… Lo digo muy frío, pero hay gente que pensaba que sus familiares ya no regresaban del hospital o que sí les quitaban el líquido de sus rodillas.

El otro momento fue la cobertura de las movilizaciones feministas, con el hartazgo de justicia que las llevó a la calle a exigir justicia. Hay una frase muy machista que dijo el Presidente de que las mujeres íbamos a cuidar a los que se enfermaran. Aunque es machista, es cierto; las mujeres son las que se han sacrificado más, las que han lidiado con la maternidad estando en casa y además están las movilizaciones de mujeres que han decidido seguir marchando pese a la pandemia.

Las víctimas de desaparición forzada se pusieron hasta trajes con tal de ir a Palacio Nacional a protestar. La señora Lidia estuvo en plantón en plena pandemia y se tuvo que ir no porque le resolvieran, sino porque le dio COVID. Las mujeres son fundamentales y son las personas más invisibilizadas dentro.

ARACELY ROMERO, BARRENDERA 

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Foto: Cortesía para SinEmbargo.

Soy Aracely Romero, tengo 42 años y soy encargada del grupo de barrenderas “Mujeres en Acción”. Se nos ha manejado que es un trabajo esencial para mantener limpia la Ciudad de México. El seguir con el barrido es un poquito complicado, o sea sales con el miedo a que te puedas contagiar. Pero es  un trabajo esencial, yo creo que igual que un médico lo es la separación de basura. Si no hubiera, imagínate ahorita, servicio de recolectores ni de barrido, o sea, la ciudad la verdad estaría en un caos también.

Mucha gente ahorita no está llevando a cabo el plan de separación de basura como se debe. Hemos encontrado cubrebocas en el piso, jeringas. Diario tienes el temor de que lo tienes que levantar y te puedas infectar.

Muchos quisiéramos ahorita no trabajar, estar en casa encerrados, pero tenemos que hacerlo. Si ellos (las personas) tienen la oportunidad de mantenerse en su trabajo desde su domicilio, deberían de seguir con eso si se les da la oportunidad de que se puedan cuidar y no se arriesguen ni arriesguen a su familia. Uno arriesga a su familia. Ellos que están adentro que nos ayuden a los que estamos afuera separando su basura adecuadamente para que no caigamos en ese contagio.

Tengo mujeres en el grupo que son madres solteras. Imagínate que tengas que arriesgar tu vida. No es lo mismo cuando están mamá y papá. Cuando llega a faltar uno, está la mamá. Pero en este caso las chicas tienen que trabajar afuera, arriesgarse, con el miedo de contagiarse para llevarse un sueldo a su casa. Y ahí llegar a hacer otras labores. Es un trabajo doble para nosotras y es muy esencial el trabajo de una mujer. Siento que es mayor la responsabilidad de la mujer que la del hombre.

ELVIRA MADRID, ACTIVISTA  

Foto: Cortesía para SinEmbargo

Soy Elvira Madrid Romero, presidenta de Brigada Callejera Apoyo de la Mujer “Eliza Martínez”, tengo 53 años y desde hace 30 años estoy en la lucha con las compañeras sexuales, cisgénero y transgénero. Esta es la segunda pandemia que me toca, la primera fue del VIH, pero creo que esta pandemia de COVID-19 nos ha rebasado en todos los sentidos, no estábamos preparadas con todo lo que se venía.

A mediados de abril empezaron a enfermarse las primeras compañeras. Mi compañero Jaime y yo fuimos los que estuvimos en primera línea dando apoyo a las compañeras y nos enfermamos de COVID-19. Desgraciadamente no todos la pudieron librar. Él murió. Creo que se está recrudeciendo la pobreza y quienes estamos poniendo los muertos somos los de abajo porque tenemos una salud de muerte donde no hay la atención ni lo necesario para atender a las personas y tampoco hay suficientes espacios en la atención.

Lo que ha significado es más dolor y más fuerza para seguir, porque cuando caí enferma estuve mes y medio en cama. Perdí ese tiempo, pero las compañeras me siguieron apoyando. Cuando me levanté, ellas me contaron cómo está la situación, porque yo traía mucho dolor por la pérdida de mi compañero, no solo mi pareja en todo el sentido de la palabra, sino mi compañero de lucha y de todas las compañeras que había visto morir. Eso me hizo no quedarme cruzada de brazos o llorando, sino ver qué más se podía hacer para que las compañeras no siguieran padeciendo más y no fueran ellas las que siguieran muriendo.

Te puedo decir que nosotras hemos entregado más de 9 mil 950 despensas, algo que nadie ha hecho, hemos repartido medicamento no solo para COVID-19, también para secuelas. La pandemia me ha enseñado a tener mucha más fuerza a pesar de todo el dolor que veo a diario y me ha enseñado el no quedarse con los brazos cruzados.

HANNAH BORBOLETA, PARTERA

Foto: Cortesía para SinEmbargo

Mi nombre es Hannah Borboleta, tengo 33 años y soy partera. Mi trabajo está lleno de muchas incertidumbres porque soy partera y acompaño los procesos de salud sexual y reproductiva de las mujeres donde ya hay incertidumbre, entonces, creo que la pandemia ha exacerbado la incertidumbre en la sociedad entera, pero es algo que nosotras las parteras y las mujeres ya estábamos trabajando.

Para mí ha sido echar mano de lo que ya hago y de lo que sé para atravesar la pandemia, tanto yo personalmente, como mi equipo de trabajo para las mujeres que atiendo. Los principales obstáculos han sido y siguen siendo la falta de apoyo a la partería y salud a las mujeres en general, que no es nada nuevo ni vino con la pandemia. Sin embargo, hemos visto que, cuando hay crisis agudas, la salud de las mujeres experimenta un rezago más fuerte del que ya tiene.

Una de las situaciones complicadas es el estrés, que es continuo y crónico en las mujeres, mucho estrés por muertes en la familia, y por otro lado poder contar con un plan B confiable.

Creo que es importante informarnos todo lo que podamos, no dejarnos vencer por el miedo y pensar mucho en qué es lo mejor que podemos hacer en esta situación. Creo que todo mundo hace lo mejor que podemos y creo que es importante no juzgarnos mutuamente, porque todo mundo estamos sobreviviendo a esta crisis como podemos y con las herramientas que tengamos.

JEFA FABIANA ZEPEDA, ENFERMERA

Foto: Twitter @jefafabiana

Tengo 49 años y soy enfermera. Trabajar en pandemia, no parar, le vino a dar relevancia al trabajo que hace el personal de enfermería. Las enfermeras hemos existido siempre, pero no teníamos la visibilidad que hoy tenemos y justamente es porque hoy somos necesarias. Hemos entendido que personal de enfermería podemos contribuir de manera fundamental al sistema de salud. Siempre lo hemos hecho, sin embargo no habían volteado a vernos.

Yo me enfermé de COVID-19. Estuve en el hospital, no la pasé en mi casa. Estuve con secuelas después, como tres meses con una tos importante que me impedía hablar de corrido, pero nunca me impidió trabajar. Retomé mi trabajo con más ganas porque entendí desde otra perspectiva que no había vivido, es decir, como paciente. A uno se le remueven vivencias y entonces realizas acciones para solventar esas vivencias del paciente. Una de ellas es estar solito. En mi casa estuve sola porque mi esposo y mis hijos se fueron a vivir a otro lado para permitirme estar en casa y moverme como más pudiera. El estar en esos momentos solita uno se siente sin la capacidad de poder salir, de platicar con alguien… es muy fuerte.

Además de la enfermedad, varios momentos han marcado mi vida estos meses, tanto en lo personal como en lo profesional. El alejarme de mis hijos, mi esposo y mis papás ha sido lo más fuerte. En lo profesional, lo más fuerte fue cuando empecé a escuchar sobre las muertes. Cuando empecé a conocer las cifras del personal de salud que estaba falleciendo. Los contagios no me impactaron tanto como las muertes […] A eso no se acostumbra uno, no deja de doler. Es una experiencia dolorosa saber de compañeros que ya no están, que dejaron a sus familias y también un legado importante al Instituto (Instituto Mexicano del Seguro Social): sus conocimientos y sus vidas.

El papel de las mujeres en la pandemia es fundamental. Nosotras hemos tenido un papel importante en la sociedad, pero en esta pandemia somos mucho de la solución.

MIRNA MEDINA, RASTREADORA 

Foto: SinEmbargo.mx

Soy Mirna Nereida Medina Quiñonez, tengo 50 años y soy fundadora del colectivo Las Rastreadoras del Fuerte, que nos dedicamos a buscar a personas desaparecidas en la zona norte de Sinaloa. Somos alrededor de 200 o 300 mujeres que con una pala y machete salimos todos los miércoles y domingos a buscar a nuestros tesoros desaparecidos.

Nosotras seguimos buscando durante la pandemia, pero ya salimos en grupos pequeños y nos cuidamos. ¿Sabes que la mayoría del grupo fuerte y constante de las rastreadoras se contagió de COVID-19 y la mayoría estuvo grave?, pero su contagio no fue a raíz de las búsquedas, fue de diferentes maneras y estuvieron enfermitas, entonces sí había otros pequeños grupos que salíamos y buscábamos. Encontramos más de 40 cuerpos en la pandemia.

Muchas de las mujeres que dejaron de salir a buscar se enfermaron no por la pandemia, se enfermaron de tristeza, de impotencia de no salir y buscar a sus tesoros. Para nosotras las Rastreadoras del Fuerte salir a buscar es nuestra mejor terapia. Lo más complicado ha sido ver a mis compañeras en la cama, con el oxígeno y aferradas a querer vivir para encontrar a sus tesoros. Eso para mí fue muy desesperante y lo más triste es que aún y con la pandemia sigan las desapariciones, que aún y con la crisis los grupos delincuenciales se lleven a nuestros tesoros.

Creo que en esta pandemia la mujer hizo un papel muy importante. Mis respetos y un aplauso a todas las mujeres que supimos y hemos llevado esta crisis tan fuerte. Las mujeres somos las que movemos la familia. Yo quiero mandar un mensaje a las personas que si realmente no tienen necesidad de salir, no lo hagan, que se protejan y que protejan a otros que están cerca de nosotros.

SARAHÍ DÍAZ, MAESTRA DE PRIMARIA DE GUERRERO

Foto: Cortesía para SinnEmbargo

Mi nombre es Sarahí Díaz Méndez. Tengo la edad de 29 años y me dedico a la docencia de segundo grado. Ha sido complicado para mí como persona, porque es exponerse tú como ser humano y de igual manera exponer a tu familia, porque uno tiene que trasladarse de un lado al otro con ese temor de contagiarse de la enfermedad.

Ir y venir. He pasado a veces lluvia, caminos feos. Ha sido algo complicado sobre todo mi trabajo con los alumnos. Yo me traslado en pasajera, transporte público cada 15 días. Es un viaje de seis horas de camino; a veces hasta más dependiendo las condiciones del camino. Me quedo tres días en la comunidad de Yerba Santa, municipio de Acatepec, para resolver alguna duda y calificar trabajos. Los alumnos no cuentan con internet, no conocen ni una computadora, un celular o una televisión. No tienen acceso a eso y ha obstaculizado que yo pueda trabajar con ellos.

Tengo un trabajo, una profesión, igual soy ama de casa. Ha sido a lo mejor un papel que no se reconoce, pero ha sido más duro porque trabajo más ahora por los hijos, la tarea y los quehaceres. Tratarse de acoplarse a un nuevo ritmo de vida para poder sacar adelante el trabajo de una, aunque muchas veces no es reconocido.

A los que tienen la posibilidad de estar en casa y aislarse, les digo que lo hagan. En mi persona mi trabajo me lo impide. Es un riesgo que está latente todo el tiempo de contagiarme yo o contagiar a las personas, incluso a mis alumnos. Es una preocupación que todo el tiempo está presente. Que se cuiden y eviten reunirse, hacer fiestas, estar en espacios aglomerados.

SAYURI HERRERA, FISCAL  

Foto: Cortesía para SinEmbargo

Mi nombre es Sayuri Herrera Román, tengo 39 años y soy titular de la Fiscalía de Investigación del Delito de Feminicidio en la Ciudad de México. Seguir trabajando en la pandemia ha significado un riesgo en la salud, no solo para mí sino para todas las mujeres y las personas que trabajan en la Fiscalía, porque nuestro trabajo es esencial, es un trabajo que no puede terminarse ni suspenderse; es un trabajo de 24 horas diarias. Las medidas que tomamos son también cuidado para las víctimas, las personas que vienen a la Fiscalía.

Ha sido una temporada muy compleja en la que hemos trabajado para consolidar a la Fiscalía en una situación adversa donde tenemos que prescindir de varias personas, sobre todo quienes están en condiciones de vulnerabilidad. El trabajo sigue siendo el mismo, pero se limitan los recursos, en este caso humano, para poder afrontar la situación. El Tribunal Superior de Justicia ha suspendido labores, por lo menos en tres ocasiones, y eso implica que se retrasen los procedimientos que venimos trabajando para el acceso de justicia para las víctimas.

De las cosas complicadas por la pandemia ha sido recibir a las madres y a veces están muy dolidas, y creo que lo más duro es no poder abrazarlas. Somos una roca nosotras (las mujeres), me refiero a que, con una fuerza importante, las madres y estudiantes siguieron. Es un movimiento el de las mujeres que no ha sido detenido por la pandemia, es un movimiento que continuó, no se detuvo nunca y eso habla de la necesidad y de la urgencia de nuestra labor. No podían detenerse ellas como tampoco podemos detenernos nosotras aquí.

Creo que la pandemia ha implicado un trauma social de dimensiones que todavía no logramos advertir aún.

VERÓNICA MENDOZA GARCÍA, COCINERA Y EMPRESARIA 

Foto: Cortesía para SinEmbargo

Yo soy Verónica, tengo un restaurante en la Ciudad de México y tengo 56 años. Trabajar en la pandemia sí ha significado un mayor esfuerzo. Se trata de vencer el miedo porque los compromisos son muchos. En el restaurante tengo cerca de 10 personas trabajando y son ellos y nuestras familias las que dependen del negocio, así que decidimos seguir adelante.

Fue un reto modificar la forma de ir a hacer compras, dar servicio al cliente, cómo reabrir con todas las medidas de salubridad, pero tuvimos que aplicarnos en ese aspecto para que el cliente lograra confiar en el negocio. Al inicio de la pandemia, nosotros no teníamos servicio a domicilio entonces tuvimos que recurrir a las aplicaciones, aprender a empacar la comida. Fueron varios problemas, pero a la fecha ya agarramos experiencia. Los miedos fueron de cómo pagar la renta, a los empleados, cómo cuidarlos. En medio de seguir estaba el temor de contagiarnos y lo seguimos teniendo.

Yo soy muy observadora y pienso que las mujeres, antes y ahora con la pandemia, tienen un papel muy importante en la vida diaria. Somos las que llevamos una casa, las que estamos al pendiente de los hijos, somos muy responsables, muy sensibles. No nos sentaríamos a ver un problema y dejarlo ahí; nosotros resolvemos, sabemos resolver.

Las mujeres no nos echamos para atrás. Nunca. Yo observo cuando voy de compras, cuando voy en el Metro veo que la mayoría de las personas que van con bolsas, cargando cosas para venta, son mujeres que día a día van luchando por llevar un peso a su casa.

La mujer no se deja vencer tan fácilmente. En la pandemia menos. Hemos tenido que vencer medios, incertidumbre. Hemos vivido los terremotos, vemos el desastre que dejan, se levantan los escombros, pero pasan. Ahora el miedo lo tenemos latente, sí da miedo estar entre tanta gente, pero finalmente tengo que seguir hasta que la vida me lo permita.

YADHIRA FERREIRA, TAQUILLERA DE METRO

TAQUILLERA-METRO
Foto: Cortesía para SinEmbargo.

Mi nombre es Yadhira Ferreira Martín del Campo y soy taquillera del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Los trabajadores del transporte estamos muy conscientes que el Metro es la red que mueve a toda la Ciudad de México y definitivamente no puede parar bajo ninguna circunstancia. Tenemos la camiseta puesta siempre y seguimos trabajando.

Ha sido complicado porque mucho personal se fue a resguardo, por ejemplo los que tienen hijos menores de 12 años y los que tienen enfermedades crónicas como son diabetes, hipertensión o cáncer. Bajó considerablemente la plantilla. Eso ha implicado mayores cargas de trabajo y los movimientos de horario, por lo que nuestros derechos laborales se han ido mermando a raíz de esta pandemia.

Yo estaba en un tercer turno y asignada a la Línea 4. Pero de un día para otro fue un vuelco total y nos dijeron que por necesidades del servicio teníamos que cambiarnos de turno y espacio todos los días. Los horarios del Metro son muy complicados. Tenemos que llegar a la hora que abre el servicio [5 de la mañana]. Nos transportan en auto particular o en Metrobús, y pasa por nosotros a las 2:30 de la mañana. Ya teníamos un esquema de vida y ahora tienes que salir de tu casa a las 2 de la mañana para llegar a un primer turno. Eso es lo que más nos ha pegado y nos tenemos que acoplar.

La mayoría de las mujeres tenemos un doble rol en el trabajo, llegan a los hogares al trabajo no remunerado de ver a niños, adultos mayores o enfermos. Esta pandemia sí nos vino a mover todos los ámbitos personales, entonces solo nosotros podremos contrarrestar esto. Si no tenemos el debido cuidado, vamos a seguir en esta situación. He visto casos cercanos por COVID, incluso compañeros y compañeras que tuvieron la necesidad de trabajar, pero ya no están con nosotros.

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