León, Gto. La Química Central de México representa un desafío continuo para las autoridades. A diez años de su clausura, las secuelas ambientales persisten y la comunidad sigue exigiendo la remoción completa de la contaminación.
Ubicadas a pie de carretera del Eco bulevar León-San Francisco del Rincón, las viejas instalaciones se han convertido en un recordatorio de lo que alguna vez fue una próspera empresa química.
Los habitantes de la colonia Buena Vista en San Francisco del Rincón, vecinos de la Química Central, recuerdan el suplicio que representaba respirar el aire contaminado con cromo hexavalente hace más de 20 años. El 4 de junio de 2014, la Profepa clausuró la planta por diversas irregularidades, destacando el almacenamiento de residuos peligrosos a cielo abierto.

“Almacenar sus residuos peligrosos a cielo abierto sin las condiciones de seguridad que establece la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) generó dos pasivos ambientales: uno con aproximadamente 300,000 toneladas de desechos tóxicos en las instalaciones de la empresa y otro con 40,000 toneladas enterradas ilegalmente en el derecho de vía de ferrocarriles, a 1.5 kilómetros de la planta”, señaló la PROFEPA en su momento.

A pesar de estas medidas, Química Central de México se han convertido en un sitio de crimen y abandono. Hace dos semanas, se encontraron restos humanos en las inmediaciones de las instalaciones, destacando la peligrosidad de la zona debido a la materia contaminante expuesta.
Ramón, un vecino de la zona, recuerda cómo intentó trabajar en las Químicas, donde se producían sulfato básico de cromo y dicromato de sodio.

“Había carros lujosos y gente arreglada. Muchos de mis vecinos trabajaron allí, pero también enfermaron de cáncer”, comentó.
A pesar del daño ambiental, la naturaleza persiste, con jacarandas y nopales floreciendo en el área contaminada.
Cristina Martínez, residente de Buena Vista, perdió a su hijo de 8 años a causa de un cáncer atribuido a los agentes contaminantes en el ambiente y el agua.

“Las autoridades deben retirar el material contaminante. La Profepa, que clausuró la planta, debe hacerse cargo”, exigió.
El retiro de estos residuos es un esfuerzo que las autoridades, tanto locales como federales, parecen reticentes a asumir. Pocas organizaciones han levantado la voz, como la sociedad francorrinconense “Colores del Rincón”, que está recogiendo firmas para solicitar a la Cámara de Diputados la remoción definitiva de los residuos tóxicos.

Gerardo Martínez, presidente del colectivo, explicó que las firmas serán enviadas a San Lázaro, ya que es un tema federal.
“Antes de las elecciones entregamos un paquete de firmas al presidente y la Cámara de Diputados, pero la iniciativa está en pausa por conflictos de interés. Este problema no solo afecta la salud, sino también la seguridad”, indicó Martínez.

En el Día Mundial del Medio Ambiente, es crucial reflexionar sobre nuestra deuda con la naturaleza. No hay motivo para celebrar en un entorno donde la falta de agua, las altas temperaturas y la contaminación continúan siendo desafíos críticos.