Considerado uno de los bailes más íntimos, sensuales y elegantes alrededor del mundo, el tango ha ido también tomando fuerza como una de las terapias alternativas que más se disfrutan por quienes la practican. La tangoterapia es relativamente nueva y su iniciador Federico Trocero, comprobó los sus resultados en pacientes con problemas de socialización, manejo de emociones, ansiedad, estrés y depresión.
Según Trocero, bailar tango disminuye la segregación de la hormona responsable de la mediación del estrés causante de muchos padecimientos de carácter psicológico y emocional. La tangoterapia emplea todos los pasos del tango, desarrollando el acercamiento entre individuos hasta llegar al abrazo.
Se trata de un acercamiento progresivo donde el paciente se va dejando llevar, se permite sentir y escuchar la música; esto permite que la persona se vaya a abriendo en un autoconocimiento para descubrir sus problemáticas o limitantes sociales, desde complicaciones para liderar a otros o ser liderado, hasta negativa al contacto físico.
La tangoterapia, no es exclusiva de quienes tienen un padecimiento psicológico; el contacto físico que se da en un estado entre consiente e inconsciente al bailar tango, ayuda a generar endorfinas, la hormona de la felicidad y nos reduce el estrés de una forma muy natural.
También es recomendable para pacientes con daños neurológicos como Parkinson y Alzheimer, ya que provoca una gimnasia mental, al hace trabajar en la coordinación a los hemisferios del cerebro, lo que ayuda a ejercitarlo.
Estudios neurobiológicos han demostrado que el tango desarrolla, desde la motricidad, conciencia corporal, imagen interna, percepción sensorial, tono muscular, reacción y reflejo a estímulos, fluidez de movimiento, relación peso-equilibrio, orientación y plasticidad. Además de ayudar a desinhibirse de los complejos sociales, gracias a la sensualidad de sus movimientos.
