León, Gto. En San Juan de Abajo, las lluvias han evidenciado la dura realidad que enfrentan sus habitantes debido al mal estado de las vialidades; un problema que se ha prolongado por más de dos décadas y que tiene su origen en que se trata de un terreno irregular.
Todo esto sucede en esta colonia ubicada al sur de la ciudad, vecina tanto de las vías del tren como de la autopista León-Salamanca, lo que agrava aún más la situación de una de las zonas con mayor índice de pobreza de León.
Hace unos días, representantes legales del supuesto hijo del ejidatario, quien reclama su herencia, visitaron a los vecinos de esta zona, amenazando con desalojar a decenas de familias de sus hogares. Este es solo un ejemplo de las penurias que padecen los habitantes de San Juan de Abajo.
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En esta temporada de lluvias, ni siquiera es posible mantener los zapatos limpios debido a las lagunas que se forman en las calles sin pavimentar.
La avenida principal es la menos afectada por estar situada a orillas de un río que facilita el drenaje del agua y evita su estancamiento. Sin embargo, en las ramificaciones que conectan con otras vialidades, la situación es distinta.
“Las motos se quedan, las camionetas se quedan. El camión pasa porque pasa, pero con su paso los hoyos se hacen más grandes, parecen lagunas. El año pasado, como no llovió, no batallamos tanto (…). Este año, ha llovido más; los niños llegan sucios a la escuela, y no se puede ir a casa sin terminar cubiertos de lodo. Pero, ¿qué se le va a hacer si la colonia no está regularizada?”, comentó Julia, vecina de la calle San Luis.
En San Juan de Abajo viven actualmente 2,000 familias que son vistas como un lastre para las autoridades: “los olvidados de León”, debido no solo a la falta de agua y las calles sin pavimentar, sino también por haber sido engañados una y otra vez con promesas incumplidas sobre la regularización de sus tierras. A pesar de llevar años viviendo en el lugar, aún están en riesgo debido a la irregularidad del terreno.
“Ya ve lo que pasó el lunes, cuando vinieron a desalojar a la gente de la calle San Marcos. Todo esto —el lodo, las calles sin pavimentar, la incertidumbre que vivimos— se acabaría si regularizaran la colonia, porque entrarían los servicios (…). Pero hasta ahora solo hemos recibido promesas. Aquí vivimos muchas familias que padecen situaciones difíciles: drogas, violencia, y perros abandonados que la misma gente de la ciudad viene a dejar aquí”, señaló Juan, vecino de la calle Juan Pablo II.
El transporte público, aunque hace lo posible por llegar a las paradas ubicadas dentro de la colonia, contribuye al deterioro del camino, haciendo más profundos los vados llenos de agua y fango.
A medida que las lluvias cesan y el agua se evapora, las calles sin pavimentar quedan en condiciones deplorables, lo que complica aún más la vida diaria de los habitantes.
