Celaya, Gto. Debieron de pasar seis años y un estimado de 15 millones de pesos, para que se concluyera la restauración del Portal Colunga, conocido en Celaya como “El Portal Chaparro”.
Fue en el año 2016, cuando se detectó que el edificio principal del Portal Colunga tenía un hundimiento de 12 centímetros y ello implicaba un riesgo de colapso, por ello, se determinó, cerrar la escuela que ahí operaba y apuntalar con estructuras de acero.

Debió de realizarse un estudio estructural para determinar los trabajos a intervenir, donde parte del daño se debía a un pozo seco, tuberías de desagüe perforadas y daños en el drenaje, donde también había problemas de humedad en muros y techos.
Debido a que el inmueble está catalogado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se requirió de los permisos para la intervención y la disponibilidad de los recursos del propietario.

El proceso de intervención fue paulatino, donde el primer paso fue reforzar los soportes del inmueble y lograr la nivelación, para después el cambio de tuberías y resanado de muros, techos, pisos, cambio de marcos de madera, herrajes de barandales y pintura.
Ana Paulina Loustalot, arquitecta encargada de los trabajos de restauración del “Portal Chaparro”, reconoció que no hay fecha exacta de la construcción del inmueble, pero podría ser más antiguo de 300 años con restauraciones del siglo 17 y 19, debido a las estructuras de metal.
“Hubo cambios de propietarios y fue hasta el 2019, decide comenzar los trabajos con sus recursos, se hicieron liberaciones de aplanados de mortero a cal, liberación de pintura en cantera, muchas piezas debieron de reponerse, se liberó el claro del patio central porque antes era usado como locales comerciales”.

El edificio ahora tiene ahora tres espacios amplios en la parte baja, se limpiaron los arcos de la escalera de estilo eclíptico, donde el trabajo más complicado fue el cambio de toda la viga de madera de los techos y las baldosas de los pisos.
El edificio principal del Portal Colunga será entregado al propietario el 31 de enero bajo la supervisión del Instituto de Antropología e Historia (INAH), donde se reconoce que el inmueble ya está en renta para ser ocupado, quizá por una cadena de tienda comercial.