Guanajuato. A dos años de la detención de José Antonio Yepez Ortiz, alias “El Marro”, presunto líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, el reclutamiento de menores y las actividades delictivas cometidas por “tradición familiar”, siguen siendo constantes en este grupo delincuencial.
Así lo indicó la vocera estatal del tema de la seguridad, Sophia Huett López, quien indicó que se han detenido a niños de once, doce, trece, catorce años y particularmente de entre 17 a 22 años con más frecuencia en la región de operación de este cártel.

“Es un grupo delictivo con recursos muy limitados en todo sentido. Es decir, hay menos actividad ilegal a la que se están pudiendo subir, digámoslo así. Es un grupo desordenado. (…) Está encontrando en jovencitos a sus nuevas filas”, señaló.
Dijo que lamentablemente estos jovencitos acaban detenidos o desafortunadamente son parte “de las víctimas fatales de estos ataques entre grupos contrarios”.
Sostuvo que hay comunidades que han visto la ilegalidad de manera histórica, como el modo de vivir. “Hay que recordar que pasamos del robo al tren, o más bien del robo al transporte, al robo al tren, al robo de hidrocarburos, al robo de vehículos”.
“Lo que tenemos que hacer es darles a conocer de una manera mucho más intensa que hay otras opciones de vida, que el crimen no es lo que debe de ser por tradición familiar, porque además sabemos que esto ocurre así, sino que hay otras opciones para salir de esta espiral”, explicó.

Afirmó que el tema de las tomas clandestinas han venido disminuyendo pero también es uno de los indicadores que no han acabado, pues no dejan de obtener recursos de ahí.
“Pero creo que el mayor balance es una tradición familiar de la cultura de la ilegalidad, porque es el entorno en el que han crecido, es el entorno que han conocido. Obviamente hay una adversión a la autoridad que es la que detuvo a su tío o a su papá, y que se ha trabajar en el caso particular de la comunidad de Santa Rosa”, agregó.
Finalizó aseverando que se ha trabajado mucho en el tema de cambiar paradigmas, e incluso de quitarles el estigma en Santa Rosa de Lima, “pero todavía hay mucho trabajo que hacer en todas estas comunidades rurales”.