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miércoles, mayo 7, 2025

El Napoleón del crimen

Mayo es el mes de Sherlock Holmes, pues el día 22 de 1859 nació en Edimburgo su creador, Sir Arthur Conan Doyle.

De la imaginación de Sir Arthur han surgido los mejores personajes de la novela de misterio: Sherlock Holmes y el Doctor James Watson, inmortales desde que aparecieron por primera vez en la novela Estudio en escarlata. El nada sagaz inspector Lestrade, a quien Holmes siempre gusta exponer o la seductora Irene Adler.

Pero también se encuentra uno de los más grandes villanos de la literatura victoriana, quien pese a aparecer tan solo en un cuento, se ha convertido en el arquetipo del genio criminal no solo en la literatura sino en otros medios. Se trata del profesor James Moriarty.

Celebremos el mes de Sir Arthur Conan Doyle hablando no sobre su detective, a quien odiaba, sino con quien siempre compartió su odio: el más inteligente criminal que enfrentaron no solo Sherlock Holmes, sino todo el siglo XIX, porque el profesor Moriarty está inspirado en personas reales.

Injustamente se ha llamado a los géneros de ciencia ficción, terror o misterio como “literatura de evasión”, puesto que alejan a los lectores de la realidad. En el caso de Moriarty no puede ser una mentira más grande.

En un país como México y un estado como Guanajuato, donde el crimen, la impunidad, las ejecuciones y la violencia están creciendo exponencialmente, no nos gustaría tener al profesor Moriarty controlando los hilos de todo el crimen, desde simples asaltos hasta fraudes bancarios multimillonarios.

Con la realidad tenemos suficiente.

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¿El archienemigo de Sherlock Holmes?

Es el Napoleón del crimen, Watson. Es la mente organizativa de la mitad de los hechos depravados de los que se tiene conocimiento y de casi todos los que pasan inadvertidos en esta gran ciudad. Es un genio, un filósofo, un pensador abstracto. Tiene un cerebro de primer orden. Permanece sentado, inmóvil, como una araña en el centro de su red; pero esta red tiene miles de hilos y el conoce muy bien el modo de vibrar de cada uno. Él mismo hace poco. Sólo planea. Pero sus agentes son numerosos y están espléndidamente organizados. Que hay un crimen que cometer, pongamos por caso un documento que hacer desaparecer, una casa que desvalijar, un hombre que quitar de en medio; se le hace llegar al profesor y el asunto se organiza y se lleva a cabo. Pueden atrapar a su agente. En ese caso se encuentra el dinero necesario para su fianza o defensa.

Con esas palabras, Sherlock Holmes define a uno de los pocos rivales por quien siente auténtico respeto (¿Y por qué no también admiración?), así es como le informa al doctor Watson sobre el delincuente más grande de todo Londres victoriano.

A diferencia de lo que muchos creen, Moriarty y Holmes no se pasaron luchando el uno contra el otro constantemente. En el canon holmesiano escrito por Conan Doyle, conformado por 56 cuentos y 4 novelas, aparece tan solo una vez: en el relato La aventura del problema final. Después, solo se le mencionaría esporádicamente en La Casa Deshabitada, El Valle del Terror, El Cliente Ilustre, El Tres Cuartos Desaparecido, El constructor de Norwood y Su último saludo en el escenario. La confrontación eterna entre el detective y el profesor se daría en películas y novelas posteriores, nunca imaginadas por Conan Doyle.

El profesor James Moriarty es un personaje extremadamente complejo e interesante. Quizá uno de los más intrigantes concebidos en la literatura victoriana: Es un académico respetable, un matemático brillante, autor del libro The Dynamics of an Asteroid, escrito con tanta pulcritud que nadie ha podido rebatir, además es autor de un tratado sobre el binomio de Newton… pero su talento para las matemáticas es solo un pasatiempo, porque su trabajo como profesor universitario es tan solo una cortina de humo, pues es el líder de una asociación criminal que controla gran parte de Europa decimonónica.

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En todos los aspectos y no solamente el intelectual. Moriarty es la antítesis de Holmes: al igual que el detective, tiene a un hermano y a su mano derecha. En este caso es Sebastian Moran, uno de los mejores francotiradores de toda Inglaterra, y que intenta matar a Holmes en La aventura de la casa deshabitada, continuación de El problema final.

Holmes sabe que no puede dejar vivo a Moriarty. Es demasiado perverso y peligroso. De modo que la única solución viable será arrojarse, junto con él, al acantilado de las cataratas de Reichenbach. Esa es la historia que todos conocemos. Holmes se convierte en un mártir para acabar con el mal, y como toda figura mesiánica, regresará.

Holmes resuelve el problema final

El trasfondo de Moriarty surgió cuando, en 1893 Sir Arthur Conan Doyle ya estaba harto de Sherlock Holmes, pues debido a que sus lectores le pedían aventuras de su personaje, él no podía dedicarse a escribir novelas históricas, que era su auténtica pasión, así que se sacó de la manga a un villano que serviría como base durante los siglos posteriores, y viviría en las pesadillas de los londinenses de su época. Sin quererlo, había concebido a uno de los arquetipos de la mente maestra criminal en la ficción contemporánea junto con el detective.

Los dos personajes, eso sí, tienen mucho tiempo enfrentándose: en la biografía del personaje publicada por editorial Valdemar, titulada Sherlock Holmes de Baker Street de W.S. Baring-Gould, nos cuenta que desde niño, pese a su deslumbrante inteligencia, a Holmes se lo traía de puerquito su profesor de matemáticas, que todos sabemos de quien se trata.

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Después de la publicación de El problema final, Moriarty crecería como personaje, y aparecería en otras novelas que no forman parte de la obra de su creador original. Muchos actores le darían voz y vida, uno de los más destacados fue sin duda Orson Welles, quien en 1950 en una adaptación radiofónica, infundiendo al personaje de una voz que despide inteligencia. Más tarde, Sir Lawrence Oliver también caracterizaría al Napoleón del Crimen. Actualmente, en la serie de la BBC Sherlock, Andrew Scott ofrece un Moriarty mucho más joven, pero no por ello menos interesante.

Escritores contemporáneos como Neil Gaiman (A study in emerald) y Kim Newman (Professor Moriarty: The Hound of the D’Ubervilles) convertirían a Moriarty en un personaje protagónico, colocando en segundo plano a Sherlock Holmes.

Un personaje tan complejo debía estar basado en seres humanos reales, y así es. Al igual que otro del Conde Drácula, los grandes monstruos de la literatura victoriana, el maquiavélico profesor tiene mucho de realidad.

Los verdaderos Moriartys

Un científico y un criminal sirvieron de influencia para crear al científico-criminal.

Simon Newcomb fue uno de los genios matemáticos del siglo XIX. Nacido en Wallace, Nueva Escocia; desde muy joven destacó por su talento para las ciencias exactas. En 1878 ya escribía ensayos sobre la velocidad de la luz, y desde 1885 sobre Economía Política. Newcomb fue autodidacta, pero eso no le impidió llegar a convertirse en catedrático y obtener la Medalla de la Legión de Honor de Francia. Incluso, a los 19 años había publicado un paper científico con un título muy parecido a los del personaje que inspiró: A New Demonstration of the Binomial Theorem.

Pero también fue famoso por ser una auténtica fichita: sus contemporáneos lo definen como alguien mezquino, ruin, y que no soportaba que intentaran igualarlo, por lo que era muy dado a arruinar carreras de sus colegas. Guy Ritchie tuvo el tino de elegir a Jared Harris para interpretar al enemigo del detective en Sherlock Holmes: a game of shadows, y darle un parecido con este matemático.

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Simon Newcomb

Por otro lado estuvo Adam Worth, quien nació en Cambridge en 1844 y en 1865 ya contaba con el récord de 53 mil delitos y se había convertido en un ladrón experto de cajas fuertes. Con el paso del tiempo, quiso probar más crímenes, y se volvió un estafador que comandaba una red de criminales por todo el Imperio Británico. Scotland Yard sabía de él, pero le faltaba pruebas para arrestarlo.

A Worth le encantaba demostrar su inteligencia superior a la de toda la policía, pero un error lo hizo ser arrestado: en 1876, robó el Retrato de Georgiana, duquesa de Devonshire, de Gainsborough. Se apegó tanto al cuadro, que descubrieron que lo había robado. El Moriarty original, tenía una pintura cotizadísima, pero era de Greuze.

Cuando William Pinkerton, el primer detective privado de la historia, divulgó quien era Adam Worth, se referiría a él como “El Napoleón del crimen”, mote que Conan Doyle retomaría.

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Adam Worth

Abundante información sobre la vida de este criminal se encuentra en el libro publicado por Ediciones B El Napoleón de los ladrones: vida y andanzas de Adam Worth, el auténtico Moriarty, escrito por Ben Macintyre.

Muchas felicidades a Sir Arthur Conan Doyle en el mes de su nacimiento, gracias por haber narrado esas sensacionales historias detectivescas. Aunque quizá no haya que agradecerle la creación de un genio cuyos esbirros pueden asaltarnos en cualquier momento.

Afortunadamente, siempre podremos abrir un libro de Sherlock Holmes y, cuando menos en la ficción, hacerle una visita al 221-B de la calle Baker. Las aventuras del primer detective consultor continúan a través de la bibliografía de su creador, y esta columna, por su parte, continuará el próximo domingo.

Bernardo Monroy
Bernardo Monroy
Reportero y escritor de medios digitales.

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