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viernes, mayo 16, 2025

Pandilleros de San Juan Bosco y Piletas: entre los prejuicios y la violencia

León, Gto. En León hay alrededor de mil 500 pandillas. San Juan Bosco y la aledaña Piletas son dos de las colonias que ofrece mayor variedad, tanto si se trata de agrupaciones de jóvenes que se reúnen únicamente para convivir como para participar en riñas campales.

Tan solo el sábado 12 de julio, una pelea entre los “Valentes” y los “Ángeles” terminó con la muerte de José de la Luz Márquez Huerta, quien falleció a causa de un balazo de la banda rival, los “Valentes”. Integrantes de otras bandas, como los “Vatos locos” asistieron a un velorio que se llevó a cabo en su casa. VER ENLACE.

Las pandillas leonesas han sabido extender su territorio al mundo digital. Incluso, existe el grupo de Facebook “Pandillas de León Guanajuato México”, que tiene 3057 “me gusta” y sigue creciendo. Los miembros suben fotografías de “Los Panthers” “Los Manchados 8”, “Los Hommies”, “Los apaches”, “Los Guerreros”, “Los Traviesos”. Tan solo en San Juan Bosco y Piletas se encuentran “Los Lobos de Piletas”, “Los Angelillos”, “Los Químicos”, “Los Diablos”, “Los Yonquis”, “Los Gallos” y los Vatos Locos, una de las más representativas de Piletas. Solo son algunas de las mil 500 que señala el Instituto Municipal de Planeación (Implan).

 Fotos: Facebook

Para Daniela, alias “La China”, quien además de esposa es miembro de los Vatos Locos, el sentido de pertenencia a una pandilla es importantísimo. “Nunca se niega el nombre de la banda”, declara, al momento que recuerda que una vez, “Los Rayos” la agarraron a golpes por atravesar su territorio. Ella vive en la colonia Sinarquistas, pero prefiere viajar en el transporte público a San Juan Bosco para ver a sus compas.

San Juan Bosco es una colonia de topografía irregular. Entre subidas y bajadas se encuentran las calles con nombres de ciudades de España: Toledo, Coruña, Granada, Cádiz, Cataluña, Navarra o Alcalá de Henares. Proliferan grafitis con los nombres de las pandillas más insignes, así como murales de Juan Pablo II, la Virgen de Guadalupe y el santo que da nombre a la colonia. Piletas, colonia vecina, permite ver a lo lejos el Cerro Gordo por un lado, y la terminal del Optibus por el otro. Por las tardes, negocios de taquerías y hamburgueserías comienzan a prestar servicios, y a lo largo del día hay papelerías, cibercafés y talleres de calzado. Las pandillas suelen deambular por las tardes, cuando muchos de sus miembros regresan de trabajar.

China comenzó a “arrimarse” a los Vatos Locos porque sus primos pertenecían a la banda. “Hay algunos que sí son rateros, pero otros que se dedican a trabajar”.

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La cordura de los vatos locos

Los Vatos Locos tienen integrantes de diversas edades, que van desde los 10 hasta los 30 años. Suelen tener riñas en calles como Andújar, y en Toledo, donde hay un camino de terracería repleto de piedras, suelen usarlas como proyectiles para arrojarlas contra sus rivales. Las riñas entre pandillas empiezan porque un grupo rival suele invadir su territorio. La invasión territorial es uno de los principales conflictos entre pandillas.

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Los integrantes de los Vatos Locos consideran que no todos los pandilleros son delincuentes, y que “pandillas siempre ha habido”, con o sin delincuencia. Consideran los prejuicios por parte de la gente, de las autoridades y la sociedad como algo común, un problema con el que deben tratar a diario.

José Luis, Alias “El Ratita” es albañil y en sus ratos libres se integra con la pandilla de los Vatos Locos. Tiene 17 años. Reconoce que hay tantas pandillas que “pa’ contarlos está cañón”, pero aclara que por su forma de vestir y comportarse, no necesariamente es un delincuente. “Lo que hacemos lo hacemos por gusto”.

Nosotros convivimos, pero claro que hay algunos que tumban (es decir, asaltan) nosotros somos diferentes. Nosotros aquí nos agreden, desde los policías hasta las otras pandillas. Nosotros nos tenemos que defender, porque de la nada lo agreden a uno. Las broncas empiezan porque no puedes entrar por la calle de otro”.

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Los miembros de “Los Vatos Locos” reconocen que es común que los policías los detengan sin ningún motivo aparente a la gente. “Pandillas siempre ha habido y en todo el mundo, nomás que hay gente escamada”, señala José Luis.

“El Pachuquin” recuerda que se inició en las pandillas porque otras pandillas solían apedrearlo cuando salía de su casa, por lo que optó por integrarse a Los Vatos Locos. A partir de allí, “ya empezaron a hacerme el paro”.

Por su parte, “El Grifo”, no cree que todos los problemas de León se deban al pandillerismo. A veces, también se debe a los policías, que no hacen su trabajo, que realizan detenciones arbitrarias o que, peor aún ni siquiera se dan una vuelta por las colonias. “Las pandillas nunca se van a acabar”, afirma.

Los tatuajes son un elemento importante para ser un pandillero. Aunque no es obligatorio tatuarse, muchos lo hacen, y los más jóvenes usan un plumón negro y se escriben en sus brazos su nombre y el de la banda a la que pertenecen.

Pedradas y vecinos

Aunque los pandilleros no asaltan a los residentes de Piletas y San Juan Bosco, en ocasiones sí deben cuidarse cuando acontece una campal.

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Gilberto Ramírez, quien tiene 13 años viviendo en Piletas, reconoce que Los pandilleros no agreden ni asaltan a los vecinos, pero sí es común que entre las riñas a base de pedradas, que son constantes, sí han llegado a abollar a los coches. “A veces hasta apedrean a las patrullas”, responde, cuando se le pregunta cual es la labor de la policía en esos casos. “Pero si no nos metemos con nadie, no nos dicen nada. Los pandilleros tienen broncas entre ellos”.

María Esther González es ama de casa, y admite que muchos de los pandilleros la tratan con respeto, pero eso no evita que deba tener extremo cuidado cuando alguna piedra perdida en alguna riña le pueda hacer daño. También teme que confundan a sus sobrinos con Pandilleros. “¿Dónde están los papás? Ellos son La semilla que va creciendo”, se queja.

Josefina Nuñez tiene un negocio de churros y nieves justo en la calle Toledo, donde empezó la batalla campal del pasado sábado. “Yo nadamás vi que empezaron a pelearse, bajaron los de los y empezó a llover, agarraron las piedras de donde haiga (sic) nosotros lo que hicimos fue empezar a poner el puesto, por eso metimos el puesto, porque si no nos quitamos nos tocan a nosotros”.

Fotos: Bernardo Monroy

Bernardo Monroy
Bernardo Monroy
Reportero y escritor de medios digitales.

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