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martes, abril 23, 2024

A todas luces reprobable

El violento actuar de la Policía Municipal de León durante el pasado partido de football entre el equipo León y el de los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, no es sino síntoma de una descomposición profunda y generalizada que se ha venido dando desde años atrás en el seno de esa corporación policiaca.

Descomposición que sin duda refleja el autoritarismo y la prepotencia de la pasada administración municipal de Ricardo Sheffield, quien creyó que el gobierno municipal no era un compromiso con la ciudadanía sino un espacio para imponer sus criterios e intereses personales.

Así actuó con la obra pública, impulsando los proyectos que a él le interesaban como plataforma personal y no necesariamente los que requería con urgencia la ciudad. Como pequeño pero claro botón de esto queda su fracasada intentona de convertir en estacionamiento para sus futuras oficinas privadas un parque público en la colonia Valle de Campestre, afortunadamente defendido por los vecinos de la zona.

Así también convirtió la presentación de su último Informe de Gobierno en un espectáculo mediático donde el alcalde saliente, a punto de dejar el cargo, se transformó a sí mismo en un patético rockstar, ocupando el escenario durante dos horas mientras monumentales pantallas mostraban su imagen a los incrédulos espectadores: todo un Mick Jagger del Bajío.

Si el autoritarismo de Sheffield fue factor influyente en el actuar igualmente autoritario y hasta fascista de su desprestigiada policía municipal, está claro que la labor inicial del nuevo gobierno encabezado por la alcaldesa Botello era dar claras señales de que está por abrirse un capítulo diferente en esta alarmante historia de continuas agresiones policiacas a la ciudadanía. En esta cuestión del manejo y control del cuerpo policiaco, ante el cúmulo de escándalos desatados, es más que evidente la necesidad de dar un fuerte giro en el timón municipal.

No se explica, entonces, que lejos de representar la fuerza y voluntad del nuevo gobierno municipal para dar este giro, la alcaldesa Botello salga a tratar de defender a la policía y a declarar que los hechos fueron agrandados y sacados de contexto por los medios de comunicación. Las imágenes de mujeres, niños y jóvenes aporreados por los policías, de aficionados que lejos de agredir lo que buscaban era protegerse de los golpes de los gorilas municipales, debieron dar pie a la reprobación de los hechos por parte de la alcaldesa y no a su pretendida y muy fallida justificación.

Y si el autoritarismo y la prepotencia de Sheffield fueron elementos de preocupación ciudadana durante la pasada administración leonesa, cada vez cunde más en el ambiente político, empresarial, intelectual y social de la ciudad la inquietud acerca de si quien ahora comienza a gobernar tiene la visión y la capacidad políticas necesarias para llevar a mejor puerto un municipio que contiene nada menos que a la principal ciudad del estado, un conglomerado de casi dos millones de habitantes donde los problemas sociales están a la orden del día.

Se podrá argumentar, con buena razón, que aún es muy pronto para evaluar y juzgar a la naciente administración. Se podrá decir también que, afortunadamente, en las filas del nuevo gobierno se encuentran algunos funcionarios maduros e inteligentes que sin duda aportarán esta madurez e inteligencia en la conducción del barco. Pero no puede soslayarse, tampoco, que resulta verdaderamente inquietante la equivocada, inexplicable e innecesaria respuesta de la presidenta Botello ante una de sus primeras crisis de gobierno.

El nuevo gobierno priísta de León surge de un escenario de descomposición aguda del panismo local en el poder. El triunfo electoral de Bárbara Botello es un hito en la historia política del municipio, donde se argumentaba que la ciudadanía había extendido ya un cheque en blanco al PAN y que la alternancia en el poder era prácticamente imposible. Por ello el gobierno de Botello comienza con una dosis importante de esperanza en la renovación y el cambio. Puede decirse que por el momento goza del carisma de lo que promete ser nuevo y diferente. Pero cuidado. Se dice también que en política el carisma es lo primero que se pierde.

 

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