Mostrando que no se ha resignado a la derrota, el gobernador Juan Manuel Oliva echó a andar la única locomotora a su disposición: la del gobierno estatal y su gabinete, para reunir en Juventino Rosas a 700 panistas, según crónicas periodísticas, e iniciar lo que a todas luces se aprecia como la precampaña de su esposa, Martha Martínez, a la candidatura al Senado.
En la emblemática compañía de Alejandra Reynoso, quien parece convertida en la coordinadora de esa aventura, panistas como José María Anaya, titular de SDA; José Rivera Carranza, director de Caminos y Puentes del estado; el diputado Ángel Robles, protegido de Genaro Carreño de Obra Pública, iniciaron este periplo dominical por los comités panistas de la entidad que no parece tener otro objeto que plantear un reto a la dirigencia que encabeza Gerardo Trujillo.
¿Hasta dónde piensa llegar Oliva? Probablemente ni él sepa, instalado en esta especie de fuga hacia adelante. Lo que sí es cierto que desde la imaginaria lo contemplan con regocijo personajes como Gerardo Mosqueda, instalado en un peregrinar parecido aunque con menos infraestructura; y José Ángel Córdova, más que dispuesto a apoyar a doña Martha si ella es recíproca con su deseo de ser el candidato a la gubernatura.
No menos expectantes se encuentran priistas como Francisco Arroyo, Juan Ignacio Torres Landa y José Luis González Uribe, que ven como se les aparece la oportunidad dorada de una división panista cuyos enconos harán palidecer a la confrontación entre Eliseó Martínez y Juan Carlos Romero Hicks.
Nunca, ni en sus sueños más estrambóticos, imaginó el poco dotado guionista que es Román Cifuentes una película como la que están armando sus inacabables intrigas.
Perdón por la insistencia, pero la peor conspiración es la que tejen las malhadadas circunstancias.
