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jueves, abril 25, 2024

Agridulce, el saldo electoral

Enrique Peña Nieto, Gustavo Madero y Jesús Zambrano fueron los grandes ganadores de las elecciones del pasado 7 de julio, aunque sólo sea porque lograron salvar al Pacto por México.

Otra circunstancia es la que viven sus partidos, y su relación con ellos. Y otra, complicada, es en la que queda el propio Pacto respecto a la realización de su impulso reformista.

Los resultados electorales no fueron sorpresivos, en proporción a las expectativas reales de cada partido y a la inercia histórica que arrastran los comicios mexicanos.

Lo más notable es que el PRI no arrasó, como era el recelo de los opositores, y como fue la tentación de los priistas.

Por dictadura del contexto, los priistas no pudieron realizar su sueño de la restauración autoritaria, pues habría equivalido al debilitamiento de Peña. Especialmente si se hubieran entercado con la gubernatura de Baja California.

No hubo avance democrático, por los excesos de varios gobernadores y operadores priistas, y algunos opositores. Peor aún, hubo retrocesos serios. Sobresalen la violencia, el debilitamiento de los institutos electorales, como el de Baja California, las guerras sucias, el uso cínico de los recursos y el poder públicos…

El PRI se benefició de la tendencia de recuperación que le permitió ganar la Presidencia, y se llevó el 60 por ciento de los puestos en juego. El PAN se afianzó en el segundo lugar, adelantándose al PRD, que ya sin Andrés Manuel López Obrador ni la alianza con otras fuerzas de Izquierda se fue al tercero. “Fuimos escalón del PAN”, ha dicho el senador perredista Alejandro Encinas.

Madero y Zambrano lograron resultados electorales suficientes. Como para mantenerse vigentes a través del Pacto por México, más que por medio del liderazgo en sus propios partidos. Es una apuesta arriesgada, pero es la única que pueden hacer.

Una semana después de la jornada electoral, los líderes panista y perredista, que se están entendiendo entre sí mejor que con sus correligionarios, salieron juntos a notificar de sus condiciones para seguir en el Pacto. De risa.

A Peña y al PRI no les costará nada cumplirles: investigar las irregularidades electorales, aprobar la reforma electoral en un período extraordinario, o acordar las reformas del Estado y la política del Distrito Federal.

Las otras condiciones de los líderes opositores son lo que necesita Peña: hacer las leyes secundarias para las reformas educativa, de telecomunicaciones y de competencia económica, así como acordar las reformas energética y fiscal.

De los tres protagonistas del Pacto, el líder panista es el más feliz con los resultados, sobre todo por la retención del gobierno de Baja California. Sin embargo, eso apenas le alcanza para tener un ambiente menos insalubre entre el panismo, pero no para reelegirse.

Zambrano sacó la peor parte, porque su partido perdió bastiones clave, en Quintana Roo, Oaxaca y Zacatecas. Le detuvo la caída el triunfo de varias coaliciones con el PAN, pero entre éstas y su compromiso con el Pacto se le sigue erosionando el liderazgo interno.

Peña Nieto fue quien  más ganó, al lograr impedir la diáspora opositora del Pacto. No obstante la debida obediencia de los priistas al presidente, varios líderes partidistas han quedado agraviados, otra vez, por Baja California, pero también por algunos chivos expiatorios que eventualmente entregaría a los opositores. Existe el riego de que, más allá de cierto límite, el PRI, o algunas de sus partes, se le convierta en problema.

El aquelarre electoral, si bien dejó vigentes a los liderazgos pactistas, provocó un alto abstencionismo e incrementó la desconfianza ciudadana hacia los partidos y la clase política.

Esto debilitaría al Pacto, al cual ni siquiera conoce el 60 por ciento de los mexicanos. Porque en adelante todo dependerá de que dé resultados concretos, antes de que se acabe el año. La impaciencia social, aunque aparentemente silenciosa, sigue creciendo.

joseargueta.a@gmail.com

@josearguet4

 

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