Aquí estoy, cerrando el año con una columna sobre género, sentada en un consultorio lleno de mujeres y de mal humor. Quiero ser una mujer sana pero visitar al ginecólogo es siempre una pesadilla surrealista, sobre todo desde que se inventaron esos aparatos que te ofrecen el atractivo turístico de un recorrido visual y tridimensional por tu sistema reproductivo. Gracias, pero no gracias. Sin embargo, cualquier mujer que se quiera y se respete un poquito tiene que pasar por eso. En fin, mi día pintaba mal desde la mañana porque sabía que tenía una cita impostergable y al entrar a la ciudad de León me di cuenta de que las cosas siempre pueden empeorar. León me recibió con los anuncios del nuevo centro comercial; Altacia.
Para llegar a Altacia usted tiene dos opciones, perderse en un laberinto de calles grises y perpetuamente en construcción o bien jugarse literalmente la vida y tomar el atajo más obvio a la entrada principal. El centro comercial es muy lindo, es enorme como todos los centros que evocan al mall norteamericano, tiene la particularidad de contar con corredores al aire libre y eso siempre se aplaude y cuenta con las cadenas comerciales más importantes. Con todas esas bondades uno esperaría que los/las inversionistas ofrecieran una campaña comercial inteligente o por lo menos digna para atraer consumidores. Pero no es así, sus espectaculares son un ejemplo más de cómo los medios suelen menospreciar al público. Lo que ofrecen los anuncios de Altacia son fotos de estudio tomadas con una buena cámara y mensajes sexistas. En los nuevos espectaculares de Altacia aparecen cuerpos humanos con cabezas de animales de invierno como el tigre siberiano o lo que parece un lobo ártico o blanco. Los animales posan en atuendos de moda -me da risa escribir o decir ‘moda’ porque me siento infantil y porque es un tema/práctica que no domino según algunos de mis afectos regiomontanos- En fin, a los animales humanizados y bien vestidos los acompaña una de esas frases sexistas dignas de show de polo-polo; imágenes y mensajes que alimentan los estereotipos de género hasta dejarlos chonchos y casi indestructibles. Ver esto me hizo perder la esperanza de que mi día podría mejorar (aunque lo hizo), bostezar y maldecir esta columna inclusive antes de ser escrita. Sí, a nadie le gusta escribir lo que a estas alturas debería de ser una obviedad.
Los espectaculares son una enorme fuente de contaminación visual. Siempre he pensado que la ciudad de Guanajuato es patrimonio de la humanidad, en parte, por la ausencia de espectaculares y no viceversa. Ahora bien, dentro de la fealdad generalizada de esos monumentos al consumismo y al mal gusto hay de casos a casos: los hay feos con información clara; feos con información confusa; feos sin información; feos con información útil sobre servicios o beneficios gubernamentales; feos con información dudosa sobre el éxito de los servicios o beneficios gubernamentales; feos con información que desinforma y alimenta ideas y prácticas que como país queremos, ahora más que nunca, erradicar. Este es el caso de los nuevos espectaculares de Altacia; en el primero aparecen dos animales posando y acompañados por la siguiente leyenda: ‘’Para el cazador (un tigre siberiano) y para la instintiva (una loba blanca) ’’ Además de sugerir que las hembras no cazan – ver la caza del pingüino emperador hembra y la dedicación con la que el macho cuida al crío es conmovedor – el espectacular reproduce estereotipos de género que no sólo afectan a las mujeres; este en particular alimenta la idea de que los hombres son los únicos proveedores, los únicos responsables del sustento familiar y a las mujeres como seres desprovistos de razón y a quienes un instinto natural (materno y ‘’femenino’’) debe guiar su proceder por la vida. En el segundo espectacular un venado hembra y un lobo blanco; esta vez la leyenda lo define a él como ‘’El elegante’’ y a la hembra como ‘’La protagonista’’. El anuncio alimenta el cásico doble estándar que juzga una misma práctica como positiva cuando se trata de los hombres y como negativa en el caso de las mujeres. Un hombre bien vestido es elegante, una mujer bien vestida peca de protagonista; un hombre con temperamento en el trabajo es asertivo en cambio una mujer es agresiva; un hombre a quien le importa su carrera es ambicioso y una mujer a quien le importa su carrera es egoísta, etcétera. No se necesita ser un erudito para saber que estas cosas funcionan en el inconsciente colectivo. Hace poco Marta Lamas declaró que para frenar el feminicidio y la violencia de género en el estado, las reformas legales y judiciales deberían de ser acompañadas por un cambio cultural, un cambio que pueda permear en el imaginario público. Aquel que crea en la irrelevancia del contenido de los espectaculares debería leer Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y echarse un clavado en los innumerables estudios que demuestran cómo se forman las subjetividades de género, cómo nuestro comportamiento se moldea a través de un monumental cúmulo de mensajes que a simple vista parecen intrascendentes pero que en el fondo están estrechamente vinculados con la desventaja de las mujeres en el mundo (http://www.un.org/womenwatch/)
Si no fuera porque estas fechas me ponen nostálgica y buena onda, le sugeriría ahora mismo a los lectores no comprar ni visitar este nuevo centro comercial. Pero un nuevo año siempre me hace pensar en segundas oportunidades -sí, es cursi, pero ser socióloga no me hace inmune al espíritu festivo- Le daremos un tiempo razonable a Altacia para cambiar su estrategia comercial, remover esos espectaculares con semejantes ideas arcaicas y dañinas para todos y ofrecer una campaña inteligente. Feliz año nuevo a todos los lectores.
