El secretario de salud del gobierno federal vive una contradicción: sin duda es el candidato mejor posicionado ante el público en general, no sólo del minigrupo en el que se incrustó por su desconocimiento de las dinámicas panistas, sino de todo su partido y de los demás partidos.
José Ángel Córdova es mejor conocido y más apreciado no se diga ya que Miguel Márquez o Ricardo Torres Origel, para no perder el tiempo con los que chiflan en La Loma, sino que también supera por amplio margen a todos los aspirantes de la oposición juntos, por más que hagan intercambio de medallas entre ellos.
Sin embargo, y aquí la paradoja, el prestigiado gastroenterólogo puede no llegar a ningún lado por la carencia de una estrategia política, aunada a la confianza en que sólo el prestigio, la popularidad y el trabajo duro lo sacarán adelante.
Hoy por hoy, le regatea su apoyo un político tan egocéntrico como oportunista como Luis Alberto Villarreal, en una carrera que Córdova ganó antes de que empezara. Mañana lo boicotearán los panistas locales que dominan el partido y el gobierno, sin que Felipe Calderón vaya a poder hacer el milagro de impulsarlo.
Y así, en una conspiración donde contribuyen a partes iguales la ingenuidad propia, la mala fe ajena, la perversión panista en el poder y la ausencia de proyecto, muy probablemente Guanajuato se perderá de quien pudiera haber sido el mejor de sus gobernadores en mucho tiempo.
Vivirá poco quien no alcance ver el desenlace de esta historia.
