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viernes, abril 26, 2024

Desastre nacional, debacle panista

Nos lo quieren presentar como uno de los mayores logros de la saliente administración: un millón 809 mil 211 empleos fueron creados en el sexenio de Calderón. Una gran cifra, nos dicen los Secretarios de Hacienda y del Trabajo, sobre todo a la luz de la crisis financiera mundial que nos tocó vivir. El Ejecutivo realizó bien su trabajo y, a pesar de las dificultades impuestas por el contexto internacional, logró sacar a flote la economía del país.

Lo que no nos dicen los Secretarios es que, en el mismo periodo de seis años del régimen que agoniza, la población económicamente activa creció en 5 millones 143 mil 637 personas. Pequeño detalle que se les olvidó: solamente se logró crear una de cada tres plazas laborales demandadas por la dinámica demográfica del país. Tres millones 334 mil 426 mexicanos se quedaron sin gozar del supuesto éxito gubernamental y pasaron a engrosar las estadísticas de la pobreza, de la informalidad y del desempleo en el país.

Pero la imagen del desastre no se agota aquí. Si tomamos la llamada “población disponible” (curioso término con el que la tecnocracia nombra a las personas que ya no buscan empleo porque han perdido la esperanza de encontrarlo pero tomarían el primero que se les ofreciera) y se le suma a ésta la “población desocupada” (la que no tiene empleo pero lo sigue buscando), se alcanza un total de casi nueve millones de personas, que equivalen al 18% de la población económicamente activa en el país, estimada en poco más de 49 millones de personas. Es decir, entre los “logros” del régimen saliente, habría que decir que un volumen importante de trabajadores, equivalente a la quinta parte de la PEA nacional, sobrevive como puede ante la falta de empleos.

Todavía más: de acuerdo con el INEGI, dos de cada tres trabajadores ocupados en la economía formal, los que sí tienen algún empleo estable, perciben remuneraciones que van de 1 a 3 salarios mínimos al día, es decir, de $58.20 a $174.60 pesos diarios. En otras palabras, el 66% de los trabajadores ubicados en la economía formal mexicana, en el supuesto sector moderno del país, perciben ingresos salariales por debajo de los $ 5,500 pesos al mes. Ni siquiera alcanzan los seis mil pesos mensuales con los que el señor Cordero creía que los mexicanos vivían holgadamente, pagando escuelas, coches y viviendas.

Por si no bastasen los datos para el pesimismo nacional, la deuda pública se duplicó en este sexenio que acaba. En el 2006, la “deuda económica amplia” era equivalente al 15.8% del PIB nacional, en tanto que ahora, en 2012, representa el 30.3% del PIB. Y en cuanto al crecimiento del PIB durante el sexenio de Calderón, éste alcanzó un promedio anual de 1.8%, bastante por debajo incluso del pobre crecimiento del 2.27% anual obtenido en la errática administración de Fox.

Todo esto, más la violencia y psicosis colectiva desatadas por la guerra contra el narco, configuran el escenario de la enorme derrota electoral del panismo en el país. La enmarcan y la explican, pues son datos que nos hablan de un panismo convertido en gobierno que no fue capaz de utilizar el poder presidencial para superar la herencia de pobreza del priismo y conducir al país hacia adelante en la nueva etapa de democratización que se abrió en el año 2000. Datos que nos hablan de un país cada vez más empobrecido, en el que sectores mayoritarios de la población no alcanzan a ver la luz al final del túnel que les prometieron con la alternancia y piensan en las pasadas dos administraciones panistas como una docena trágica de años, plagada de supuestas metas incumplidas.

La información del INEGI nos revela, finalmente, por qué a una gran parte de nuestra gente no le importa vender su voto por una tarjeta de Soriana y retornar a un sistema que deseábamos ya superado. Las promesas de unos resultaron ser tan vanas y falsas como las promesas de los otros. Y a quienes dicen que hay que salvar al panismo de la gran debacle política que ahora vive, habría que decirles que primero hay que salvar al país del desastre económico y social que están dejando. El problema es que el priismo que retorna difícilmente va a ser la llave que cierre la caja de Pandora.

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