Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, presidente de México; funcionarios y amigos, entrañables compañeros en la lucha por la paz; queridas mexicanas y mexicanos que nos acompañan.
Mi nombre es Julián Le Barón, soy del municipio de Galeana en Chihuahua, donde fue asesinado mi hermano Benjamín y mi amigo Luis Whitman.
La intención de mi mensaje es hacer tan visible esa violencia que nunca se trivialice, ni se justifique y mucho menos se olvide. Y para eso apelo a la conciencia y al corazón de todos ustedes.
Que es en ese espíritu que me dirijo a usted licenciado Felipe Calderón. Yo soy un hombre sencillo, vivo en el campo y me gano la vida construyendo casas con mis manos.
El día de hoy quiero pedirle que me conceda su atención por unos minutos como Felipe Calderón el ser humano, que es ciudadano y padre de familia, eso es algo que usted y yo tenemos en común.
Yo tengo 11 hijos y en ellos y en los hijos de muchos otros está inscrita la razón por la que estoy aquí hablándole y por la que trabajo por un sueño de paz, es un sueño de honor y respeto por la vida. Yo no vengo aquí a echarle la culpa a usted señor Calderón por algo de lo que todos somos responsables de alguna u otra manera.
En un principio muchos de los que ahora lo atacan apoyaron la decisión que tomó como Presidente de México de iniciar una batalla contra las organizaciones criminales, el resto de nosotros nos quedamos callados y como dicen en mi rancho, “el que calla otorga”, pero no quiero entrar en el terreno estéril de las culpas, yo vengo aquí a proponer una solución en la forma de acción colectiva, de los gobernantes como ciudadanos, de todos juntos, cada quien con su responsabilidad y usted tiene una muy importante.
A mí me ha tomado mucho tiempo asimilar la muerte de mi hermano, tuve deseos de venganza en contra de quienes lo asesinaron, pero con el tiempo he transformado esos sentimientos como lo ha sugerido antes Javier Sicilia, es momento de que reflexiones en los asesinos y secuestradores de nuestros hijos, hijas, hermanos y hermanas en lo que ha tenido que suceder para que ellos hayan decidido dedicarse al negocio del terror y de la muerte, para poder atenderlo y que las generaciones que vienen nunca más sigan esos pasos y esa tarea es de usted, esa tarea es de usted, es mía y estoy convencido de todos los habitantes de este país.
El primer paso para poder realizar esta tarea es exponer la violencia y el dolor que estamos viviendo y tomar acciones de reconciliación entre los mexicanos, es la única forma de ponerles nombre y apellido a las cifras de víctimas, es momento de replantear una estrategia militar y policial para dejar espacio a la acción civil y promover el espíritu de comunidad como nunca antes.
Nos hemos propuesto realizar una nueva caravana, esta vez será hacía el sureste de México, queremos llegar hasta Guatemala y yo quiero que usted nos acompañe y que también nos acompañe el Ejército y la Policía Federal y las autoridades migratorias pero sin máscaras y sin armas, sólo como ciudadanos, como personas con el corazón descubierto para poder sentir. Vamos juntos a donde ocurren terribles actos de barbarie contra mexicanos y también contra nuestros hermanos de centro y Sudamérica.
La violencia señor presidente no se limita a un sexenio, ni se gesta en un sexenio, ni se termina en un sexenio. La violencia que vivimos no es causada sólo por el narcotráfico, ni por la pobreza, es el resultado de un proceso de descomposición y abuso social que lleva mucho tiempo construyéndose.
Venga con nosotros a la caravana licenciado Calderón, escuchemos y humanicemos juntos a víctimas y victimarios. La lección debe quedarnos clara a todos.
Es tiempo de que mandemos un mensaje al mundo de que la violencia no termina nunca con la violencia y así no sea usted recordado como el presidente de los 40 mil muertos y nosotros como una nación de salvajes, cobardes y sin vergüenza.
Ese será el inicio de un sueño de paz, ese será un acto de grandeza humana como pocos se han visto en la historia y yo se lo pido fervientemente en nombre y memoria de los que han sufrido tanto. ¡Qué viva México!