Altacia lo hizo otra vez. Se acerca la celebración del día de las madres y en uno de sus espectaculares se puede ver la figura de una madre joven, rubia y embarazada que nos invita a celebrar ‘la obra maestra de la naturaleza: el amor de mamá’. Este será seguramente uno de los cientos de mensajes que lloverán estos días. El definir ‘el amor de mamá’ como la obra maestra de la naturaleza es sugerir que las mujeres nacen para ser madres; el costo emocional y social de esta lógica lo pagan las mujeres que no lo son porque deciden o no pueden serlo ¿qué son las mujeres que no son madres y en dónde colocarlas a partir de una lógica que define el amor materno como la obra maestra de la naturaleza?
Naturalizar el ‘amor de mamá’ no sólo demanda creerse la ecuación mujer=madre y lo demás definirlo implícitamente como un error o mutación indeseable; también sugiere un amor muy particular que por ‘natural’ se descontextualiza. Lo que es natural no cambia, es inmutable y lo cierto es que la expresión del amor materno es profundamente contextual y cambiante. El ‘amor de mamá’ en la burguesía francesa del siglo XVII se expresaba enviando a los hijos a un lugar lejano para ser criados por una nodriza durante sus primeros cinco años de vida. El ‘amor de mamá’ que tanto nos gusta naturalizar no será el mismo en cien años y seguramente nuestras expresiones de amor materno no serán vistas como una obra maestra de la naturaleza sino analizadas por ‘expertos’ como grandes errores sociales.
El dolor y la desolación de millones de mujeres son la consecuencia lógica de la naturalización del ‘amor de mamá’ y del mandato social que define las formas de expresarlo. Madres solteras, jefas de hogar, mujeres pobres que viven y trabajan bajo condiciones laborales que les impiden ver y cuidar a sus hijos. La idea del ‘amor de mamá’ como natural revienta cualquier intento de redistribución de las labores domésticas y de cuidados en el hogar y con esto impide un merecido balance entre el trabajo y la vida familiar/personal. Sí, mamá también tiene una vida personal y no puede amar o cuidar a nadie más si no se ama y se cuida a ella misma. Ese ‘amor de mamá’ tan natural hace trizas cualquier esfuerzo por diseñar políticas públicas que le permitan a los hombres tener licencias por paternidad y poder vincularse afectivamente con sus hijos, amarlos. Sí, porque los hombres que son padres también aman a sus hijos; no son mandilones sin aspiraciones, son hombres y padres que aman y quieren cuidar a sus hijos. Desde la idea del ‘amor de mamá’ como natural se niega la custodia de los hijos a miles de hombres que cuidan y aman a sus hijos más y mejor que sus parejas o bien se condiciona el vínculo afectivo entre padres e hijos/as a través de un monto de manutención que en muchos casos es establecido arbitrariamente y sin considerar la precariedad e inseguridad laboral en la que viven millones de hombres que son padres. La idea del ‘amor de mamá’ ha servido para invisibilizar el maltrato infantil que millones de niños sufren en manos de sus propias madres, finalmente ¿quién se atrevería a dudar de la gran obra maestra de la naturaleza?
El diez de mayo celebre como usted decida hacerlo, pero por favor, entienda que ‘el amor de mamá’ no es y nunca ha sido natural. Ese amor es como cualquier otro, necesita tierra fértil y cuidados; necesita un espacio que le permita ser, crecer y manifestarse libremente a partir de formas particulares y apegadas a la vida y experiencia de cada mujer. El amor de mamá no tiene nada que ver con lo que compra mamá, con lo que consume mamá, con lo que mamá deja de hacer o no se permite sentir. Si tiene la gran suerte de tener o sentir un amor así, no lo celebre solamente este domingo y por favor, no crea que es algo natural que surge y se mantiene sin esfuerzo, es mucho más complejo y fascinante que eso.
