En un mensaje que dio el Arzobispo, José Guadalupe Martín Rábago, durante la homilía celebrada por la beatificación a Juan Pablo II en la plaza expiatorio, revive las palabras pronunciadas por Juan Pablo II durante su pontificado relación a la santidad.
“El Papa afirmó que el santo no es el hombre idealmente perfecto sin mancha que está más allá de las tentaciones, si no que el santo es quien sabe agarrarse de la mano de Dios y verse así mismo con su verdad y sus imperfecciones pero a la vez con plena confianza en dios y en su misericordia, el santo grita fuertemente sobre la tierra, encuentra muchas dificultades pero a la vez está lleno de esperanza”, reafirmó el Arzobispo.
Asegura que la beatificación se convierte en una extraordinaria ocasión para traer a nuestra conciencia su caminar sin temor por el camino de la fidelidad del evangelio, mensaje, singularmente valioso en el contexto actual de un ambiente embravecido por la violencia.
El Papa que se definió por su continuo movimiento, impulsado con el afán de seguir a la humanidad, y lo calificó como una persona que amó y se entregó al extremo.
“La enseñanza por el cual estamos aquí, por la beatificación sube un peldaño para la canonización, para tenerlo como modelo de vida cristiana, la santidad es la vocación de todo creyente” manifiesta el Arzobispo.
Así mismo el Arzobispo recordó momentos de su infancia siendo huérfano a muy temprana edad, enfrentando problemas de horror y muerte en Polonia durante la 2da guerra mundial, la persecución del sistema nazi y del comunismo.
Además el Arzobispo llega a comparar a Juan Pablo II como un personaje del espectáculo cuando dice, que era como un hombre que bajaba como moisés de la montaña con el rostro resplandeciente de luz, ya que al inicio de su pontificado, se mostraba un pontífice joven, enérgico.
Aseguró que el papa llegó en medio de un conflicto difícil que atravesaba la iglesia en el que se experimentaba el cansancio de muchos creyentes y falta de entusiasmo, fue en ese momento comenta el Arzobispo que resonó la poderosa voz del pontífice al ser proclamado Papa “, no tengan miedo abran la puerta de cristo redentor”.
Estableció que su pontificado se caracterizó por los muchos viajes apostólicos realizados alrededor del mundo los cuales, no eran viajes de turismo, eran vistitas de pastor de hacer crecer en los cielos la esperanza cristiana, lo que lo mantuvo con entereza en los momentos conflictivos durante su pontificado.
También manifestó las palabras del Cardenal Joseph Ratzinger cuando se encontraba en uno de los tantos encuentros de la juventud en la que el Cardenal se expresó del evento, “no he encontrado a nadie que no haya conmovido por la atmósfera de este encuentro fe que el papa ha concitado”.
También hizo mención de las palabras de Juan Pablo II antes de morir las cuales fueron, “Déjenme ya ir a la casa del padre”.
Por su parte mencionó las palabras del Cardenal Joseph Ratzinger en la homilía del funeral dijo, “Este pontífice deja una iglesia más libre más joven, una iglesia que mira con fe hacia el futuro y con serenidad hacia el pasado, él ha despertado a la humanidad de una fe cansada”.
Por último el Arzobispo invocó con fe al bendito papa diciendo “beato tú porque pusiste tu confianza en dios y nos enseñaste a no tener miedo seguro de que los perseguidos por causa de la justicia alcanzarán el reino de los cielos”.
La misa se ofició con varios signos litúrgicos por el Arzobispo, Obispo auxiliar Juan Frausto Pallares, Monseñor y los concelebrantes.
En el evento convocó más de 8,000 personas que incluía a creyentes, la Arquidiócesis de León, grupos apostólicos, comités vocacionales, contando con el coro de la escuela superior de música de león y la banda monumental conformada por elementos de las 7 divisiones de la milicia de San Miguel Arcángel.
Durante la homilía se bendijo una imagen de Juan Pablo II que podrá ser venerada en el templo del Expiatorio.
