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viernes, abril 26, 2024

Esta vez no hay Marcha… atrás

Esta crisis es como un sartén de agua hirviendo desde donde salen a flote inesperadas (o no tanto) manifestaciones sociales que involucran pero que no se delimitan al estado. Esta crisis es como un laboratorio deprimente de sociología que nos avienta a la cara la evidencia de nuestras más profundas carencias. El lenguaje de odio de los funcionarios públicos nos deja ver dos cosas importantes y trágicas: no tenemos la clase política que necesita una verdadera democracia, quizás, en parte, porque el servicio público está tan desacreditado que pocos ciudadanos inteligentes, con sentido común y moral se sienten atraídos por una carrera política. Este repetido lenguaje de odio de los funcionarios públicos es como un espejo, nos muestra de una forma despiadada y sin matices el clasismo, sexismo y racismo que opera en nuestra vida cotidiana. México sigue siendo un país con una organización social colonial, la deshumanización de los ‘’Otros’’ sigue siendo la forma más efectiva de justificar y naturalizar la violencia, la pobreza, la desigualdad y la injustica.

El privilegio se sigue defendiendo como un derecho divino y natural, ya sea por la vía del ser espectador (veo pero no actúo) o bien por la descalificación de todo aquel que no se ajusta a los sistemas de opresión que nos favorecen. Es difícil deslindarse de la corresponsabilidad que implica el privilegio en México. Todos los que gozamos de privilegios gracias a la rampante desigualdad – el trabajo doméstico, el servilismo cotidiano que implica nuestro consumo, etcétera – somos cómplices de la perpetuación del poder político que ahora adolecemos. Como argumenta Foucault, los regímenes de poder no se tratan tanto de la opresión de una clase sino de la reafirmación de otra. Cualquier solución verdadera tiene que incluir el surgimiento de una verdadera consciencia social que atraviese a todos y cada uno de los mexicanos, pero este sería un proceso doloroso y sacrificado.  No me refiero tanto al sacrificio de la comodidad que otorga un buen trabajo, me refiero a la comodidad que otorga la omisión, a la comodidad que concede la oración sin acción y las redes sociales que filtramos para asegurarnos de que sólo aquellos que son y piensan igual que nosotros entran en nuestro selecto grupo social ¿podemos con eso?

El caso de Sandino Bucio es dramático justamente porque afirma lo que intento describir. Un joven estudiante a quien ‘’levantan’’ (el nuevo término de nuestro régimen) de una forma violenta y arbitraria, lo golpean, lo amenazan, lo torturan psicológicamente. Todo esto por su participación en una marcha en donde el joven hace uso de una bomba molotov. Después de esto sigue un linchamiento simbólico y tremendamente mediático en donde lo más doloroso no es la acusación pública de las faltas de Sandino sino la revelación, una más, de nuestro profundo deterioro social. Muchas personas en México siguen pensando que la violencia se justifica por la transgresión al orden cuando lo único de lo que se le puede privar hasta al peor de los criminales en este país es de su libertad, todos su derechos humanos deben de permanecer intocables. Éste claramente no es el caso de un criminal. México vive en una eterna confusión y desconocimiento de las funciones de los servidores públicos incluida la policía, o bien en el fondo la gente sigue pensando que ‘’los buenos ciudadanos’’ merecen una buena policía y los ‘’malos ciudadanos’’ merecen una violenta y represiva. Sorpresa, no se pueden tener las dos cosas así que habría que decidir ¿queremos o no queremos una buena policía? Además de esto, en medio de una esquizofrenia colectiva hacemos lo que nos sale mejor, usar el humor como medio para ‘’manejar’’ el miedo y la falta de dirección. Alguien encuentra el tiempo de diseñar ‘’memes’’ que condenen a Sandino como afeminado por tener como madre a una mujer capaz de expresar sus opiniones en público y sin miedo. La tragedia es que justamente ese sexismo reforzado por los otros marcadores sociales lo que alimenta la represión y el terror en el que ahora vivimos, le damos permiso al estado de hacer cualquier cosa cuando nada nos parece lo suficientemente serio. No es de sorprender que ante la ausencia de una sociedad reflexiva el Presidente se atreva a pedirnos que ‘’lo superemos’’.

Hay tanto coraje en las calles, en las marchas, en las universidades, es un coraje que a todas luces se presenta como la antesala de un dolor indescriptible. Nos duele México porque esta vez, como muchas otras, no sabemos por dónde empezar, en parte porque hay tan pocos foros para discutirlo y tan poca gente dispuesta a incomodarse lo suficiente para hacerlo. Pero esta vez algo nos dice que no hay marcha atrás, algo que duele y abre heridas de más de quinientos años, algo que incomoda en lo profundo, en ese lugar en donde nos sabemos vulnerables.

 

Correo electrónico: abrilsaldana@gmail.com
Twitter: @Abril_SaldanaT

Abril Saldaña
Abril Saldaña
Doctora en sociología por la Universidad de Manchester en Inglaterra. Es actualmente profesora-investigadora de la Universidad de Guanajuato, Campus León. Sus intereses de investigación son género y sociología del cuerpo y ha publicado artículos sobre trabajo doméstico, mestizaje, racismo y desarrollo sustentable/ecofeminismo. Su página personal es: http://ugto.academia.edu/AbrilSaldañaTejeda Correo electrónico: abrilsaldana@gmail.com Twitter: @Abril_SaldanaT

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