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viernes, marzo 29, 2024

IEEG, tanto para nada

Durante los años de dominio priista, las comisiones estatales electorales se conformaron bajo el mando de los gobiernos emanados de ese partido, con una presidencia que recaía en el secretario de gobernación, a nivel federal; y los secretarios de gobierno, en los estados.

La fuerte vinculación entre el PRI y el gobierno, convirtió a dichas comisiones en oficinas burocráticas cuya función era garantizar la permanencia de ese partido en el poder. Prácticamente una dirección general de elecciones al servicio del régimen y su permanencia.

Así fue hasta la crisis de 1988, cuando la caída del sistema de cómputo casi redunda en el colapso del mismo PRI, con una elección fuertemente cuestionada y un órgano electoral que no sólo no pudo hacer nada por dotar de credibilidad a las cifras oficiales, sino que constituyó el principal factor de deslegitimación.

Carlos Salinas de Gortari, el presidente electo en un torbellino de dudas y protestas, decretó -no le quedaba de otra- la terminación de la era de “partido prácticamente único.”

La afirmación distaba de la realidad. Si bien las fuerzas de la oposición distaban de ser competitivas en la mayor parte del país, había zonas de la geografía nacional donde por años se habían dado batallas memorables, por partidos como Acción Nacional o algunas fuerzas regionales de izquierda, que sólo se salvaron mediante el expediente del fraude y la complicidad de las autoridades electorales con el PRI.

Para superar esa debacle que amenazó la gobernabilidad del país y más como una evolución obligada que como la dádiva que han querido manejar los herederos del priismo, se dio el paso de independizar a los organismos electorales del poder estatal, tanto a nivel federal como en las entidades.

En el caso de Guanajuato, el avance no fue sin traumas: se hizo necesario combatir el fraude electoral orquestado por Ramón Aguirre, hoy reivindicado por priistas tan señeros como el líder campesino Gerardo Sánchez; se requirió la intervención federal y la instauración de un interinato panista, antes de arrancar la aventura de conformar un instituto electoral autónomo.

En su origen, el consejo general del Instituto Electoral de Guanajuato fue integrado por perfiles empresariales y de profesionistas ajenos a la burocracia. Su primer presidente fue un ex dirigente nacional de Concanaco, el leonés Hugo Villalobos.

En ese momento, el Congreso elegía a los cinco integrantes del Consejo de la siguiente forma: dos a propuesta del Ejecutivo; uno más propuesto por la mayoría y dos a propuesta de los partidos de oposición, de acuerdo a su peso en el Congreso.

Una reforma realizada en la actual administración, retiró la facultad del Ejecutivo para proponer, pero dejó que tres de los consejeros fuesen a iniciativa de  la mayoría parlamentaria, en este caso el PAN; uno más por la primera minoría: y el restante,  surge del consenso de los partidos minoritarios.

Como este esquema no ha sido reglamentado, la situación está haciendo crisis en la conformación de las ternas, pues la mayoría panista tiene un derecho automático de veto al seleccionar al integrante que más le conviene o que le dicta la coyuntura.

En los hechos, esta situación ha llevado a que prácticamente el cien por ciento del consejo se  encuentre integrado en la actualidad por consejeros impulsados, directa e indirectamente, por el PAN, en muchos casos con la complicidad de la fracción priista a cambio de negociaciones en el Congreso.

Por si algo faltara, el consejo general ha sido copado por representantes de la burocracia del propio Instituto Electoral, que ascienden en cabildeos con los partidos que los proponen y a quienes les deben el favor en buena medida. Desde hace tiempo casi no hay propuestas provenientes del exterior que acrediten una representación social.

La nueva situación, además de estar emproblemada por juicios de revocación que han sido la constante desde hace dos años, ha venido a hacer del nuevo órgano electoral una figura que, aunque resulta más onerosa y considerablemente más ostentosa, prácticamente viene a cumplir la mismo tarea de las antiguas y más baratas comisiones estatales electorales: garantizar la continuidad del partido gobernante.

Nada resulta más frustrante, después de tanta energía social y recursos públicos invertidos, que regresar al mismo lugar de hace tres lustros.

 

Arnoldo Cuéllar Ornelas
Arnoldo Cuéllar Ornelashttp://arnoldocuellar.com/
Arnoldo Cuéllar Ornelas. @arnoldocuellaro. Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981.

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