El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, anunció que la inflación anualizada fue de 4.6% durante la primera quincena de octubre, mientras que en septiembre fue de 4.8%, la más alta en 30 meses. ¿La razón?: el aumento en el precio de los alimentos, huevo y jitomate principalmente, casi en 10%. El otro factor fue el aumento en 7.5% de los servicios de energía, léase gasolinazos.
En esta ocasión, muchos extrañamos las entrañables metáforas del doctor Carstens. Qué días aquéllos cuando se refería a los efectos de la crisis de EU de 2008 como “catarrito”. Allá, dicho “catarrito” tiene en vilo la reelección de Obama.
La inflación en México durante septiembre fue la tercera más alta de los 34 países que forman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), solamente por debajo de Turquía y Hungría. ¿Qué significa tener una inflación anualizada del 4.6%? Pues que el Banco de México está haciendo muy mal las cosas, ya que la meta es de 4% y este año se ha rebasado el límite en cuatro meses: junio, julio, agosto, septiembre y la mitad de octubre, mientras que el promedio de los países integrantes de la OCDE es de 2.2%.
La solución que se le ocurre al doctor Carstens es pedir una línea de crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI), pero no aclara el monto y después salió el peine: estimó que la economía mexicana podría crecer a un ritmo de 6% dentro de un par de años. Pero ¿qué cree? para ello habría que realizar las reformas estructurales, también conocidas como varitas mágicas, para elevar la competitividad del país.
Lo dicho por Agustín Carstens suena lógico: privatizar el petróleo y tasar con el impuesto al valor agregado (IVA) alimentos y medicinas para que a México le vaya bonito, adonde sea que vaya. Más lógico porque la inflación es a causa de los aumentos en el huevo y en la gasolina.
Ya el secretario de Economía, Bruno Ferrari, anunció que tienen indicios, menos mal que no son fuertes como en el caso de “El Lazca”, de prácticas desleales en la cadena productiva del huevo.
La enérgica respuesta de Profeco fue una serie de tímidas multas que ascienden a 15 millones de pesos a proveedores y expendedores en todo el país, a pesar del enorme daño que le hicieron a la economía de las familias durante la crisis por la gripe aviar.
El otro asunto que le pegó a la economía fue el aumento a las gasolinas. Nada más el año pasado, Pemex perdió 5 mil millones de pesos por robo de combustibles en los ductos.
A lo anterior, habrá que sumarle lo mucho que se pierde por la venta de litros incompletos que despachan las gasolineras del país, a pesar de que el viernes pasado entró en vigor la Norma Oficial Mexicana (NOM) 005 y 185, enfocadas a colocar dispositivos electrónicos en las bombas para que despachen los misteriosos y desconocidos “litros de a litro”.
Así que no se asuste si escucha al doctor Carstens decir que la situación de la economía mexicana es alarmante, sólo es el petate del muerto para forzar la apertura de Pemex a la inversión privada. El cuerno de la abundancia vive.
En el radar
El encuentro entre el presidente Felipe Calderón y el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, con motivo de la inauguración de la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro mandó dos mensajes: el deslinde definitivo de Ebrard de su carnal Andrés Manuel y el segundo: Marcelo tuvo que comerse sus propias palabras. En noviembre de 2006, por la vía de su entonces vocero Alejandro Rojas, Marcelo dijo que no reconocería el gobierno del pelele (sic) Felipe Calderón. Los tiempos cambian, Marcelo.
Con información de agencias.