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miércoles, abril 24, 2024

La historia detrás de un minero rescatista

En la foto final el minero Isabel Navarro aparece en segundo plano; con sombrero y aún con la mascarilla puesta, sus facciones no se reconocerán, pero él no busca reconocimiento.

No es el primer rescate en el que participa. Hace nueve años, cansado, a gatas, pudo localizar el cadáver de su hermano en un pozo de carbón: murió acostado en un bordito mientras esperaba el rescate.

Casi junto a él estaban los cuerpos de sus dos sobrinos, abrazados, fuertemente abrazados de frente.

“Yo creo que se encomendaron a Diosito y se abrazaron porque presentían que iban a morir”.

-¿Usted los vio?

“Yo los encontré, primero a mi hermano Anacleto. Había caídos (derrumbes), me metí por un huequito porque vi colgado su cinto y su lámpara, él los puso para que lo hallaran”.

“Estaba acostadito, murió dormido en un bordito de un caído”.

Era el año 2002, en La Espuelita, en Barroterán municipio de San Juan de Sabinas, donde una inundación en un pozo de carbón de 65 metros de profundidad mató a 13 personas.

Isabel Navarro afirma que su hermano y sus sobrinos no murieron ahogados y que el oxígeno fue cortado luego de días de búsqueda.

“Fue una… tontería, cortaron el aire de las mangueras porque gorgoreaba mucho en el agua y les faltó aire y murieron. Acababan de morir cuando los hallé”.

El último día de enero de aquél año rescataron los cuerpos de los últimos cinco mineros atrapados: José Alfredo Garza Arias, José Luis Garza Arias, Anacleto Navarro, Pablo Manjarrez y Estanislao Bustos.

En la región Carbonífera de Coahuila los mineros con antecedentes trágicos e historias de dolor son la constante y no la excepción.

Isabel Navarro es un ejidatario que completa el gasto con trabajo en las minas de carbón donde ha sufrido fracturas, una de columna.

Es padre de dos hijas y tres hijos, uno de ellos murió en un estanque cuando tenía 14 años de edad.

En la tragedia del pozo 3 en el ejido Sabinas donde murieron 14 mineros la semana anterior, Isabel Navarro se anotó para el rescate y luego fue el enlace con los familiares que confiaron en él cuando dudaron de las autoridades y su rescate.

Se turnaría con otros voluntarios en la comunicación con las familias, pero se quedó permanentemente cuando el temor a la prensa ahuyentó al resto.

Dormitó a ratos durante cuatro días, identificó los últimos siete cuerpos y se convirtió siempre en la esperanza de las familias quienes se apresuraban para ir hacia él cuando lo veían avanzar a su encuentro.

En las inundaciones por el huracán Álex colaboró durante tres meses; al principio buscando personas, al final recatando muebles, casas y haciendo obras, según cuenta.

En su casa, añade Isabel Navarro, su esposa se queda con temor cuando él le dice que va a anotarse en la lista de voluntarios.

Isabel Navarro afirma que mientras pueda así seguirá, porque no olvida ni a su hermano ni a su hijo.

“Son heridas que nunca sanan, cuando pasa un accidente igual, uno siente el mismo dolor, porque ya ha tenido una tragedia igual”.

Con información de agencias.

Martha Silva Moreno
Martha Silva Moreno
Editora y reportera en Zona Franca. Correo electrónico: marthasilva@zonafranca.mx Twitter: @marthax

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