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jueves, mayo 15, 2025

La historia detrás de Winnie Pooh y su autor

Muchos de los personajes que protagonizan la literatura para niños han cobrado tanta fama que saltaron de los libros al cine, la televisión y también a los muñecos de peluche, las tazas, las loncheras, los lápices, las colchas, las cortinas, los papeles tapiz, los bolsos para dama y hasta estampados en ropa interior. El mejor ejemplo es Winnie Pooh, cuyos orígenes literarios se han perdido a causa de la adaptación animada realizada por Walt Disney.

El día del niño es el miércoles. Que sirva esta columna para recordar cómo nació el que es sin duda el osito de peluche más querido de la ficción además del soez Ted.

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El creador de Winnie Pooh fue Alan Alexander Milne, y aunque su personaje pareciera atemporal, data de tiempos de la Inglaterra Eduardiana: 1926. No sería sino hasta 1966 cuando el tío Walt vio que sus hijas disfrutaban mucho con los libros de Milne y cómo no, también vio potencial económico en el personaje y adquirió los derechos, proporcionándole al personaje fama internacional de la que goza hasta el día de hoy.

Con “Winnie Pooh y el árbol de miel” empezó la serie del “osito de algodón relleno”. Cabe destacar que las adaptaciones son muy distintas de los libros originales, particularmente por la prosa poética y las hermosas metáforas que estas tienen, que fueron modificadas totalmente por las canciones escritas por los Hermanos Shermann, quienes también se encargaron de la composición de Mary Poppins y El libro de la selva.

Alan Alexander Milne nació el 18 de enero de 1882 en Londres, y le tocó vivir la Inglaterra Victoriana, una época en la que los niños eran sometidos a una rígida disciplina. Quizá por eso decidió convertirse en escritor de historias para niños. Antes de su opera magna, escribió obras de teatro, poemas y cuentos que no le garantizaron ni éxito ni ingresos. Su momento de fama llegaría cuando una tarde de 1925 llevó a su hijo al zoológico, donde vieron a una cría de oso hembra llamada Winnie (Para todos aquellos que en alguna ocasión se burlaron de lo afeminado que es el osito amarillo, he aquí una explicación).

El niño quedó fascinado con el animal, al grado que todos los días iba a verla y los guardias lo dejaban pasar sin tener que pagar la entrada. El cariño fue tal que su madre le compró al niño un osito de felpa para que no la extrañara.

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La familia de Milne se mudó al bosque de Ashdown, en Sussex, cuyo aspecto idílico, en la imaginación del autor, se convertiría en el Bosque de los Cien Acres, con todos los elementos tanto reales como ficticios, entre ellos el célebre puente de los Poohsticks. Lo cierto es que el nombre “Pooh” es incierto. Pudo ser desde un balbuceo infantil hasta el nombre de un cisne que el niño veía en el zoológico. Las ilustraciones corrieron a cargo de E. H. Shepard. Con el paso del tiempo, al niño le compraron otros muñecos de peluche además del oso: un burro, un cerdito, un tigre y todos se convirtieron en los amigos de Winnie.

Hasta el día de hoy sigue siendo un éxito. La página web de la editorial británica “Egmont”, permite leer en línea fragmentos del libro de Milne en este enlace. El primer libro se titula “Winnie the Pooh”, y su continuación “The House at Pooh Corner”.

Y muchos se preguntarán: ¿Cómo se llamaba el hijo de Alan Alexander? La respuesta es simple: ¡Christopher Robin!

Muchas de las aventuras de Christopher Robin y Winnie están inspiradas en los juegos que hacía el hijo de Milne, e incluso de niño le aportaba ideas para escribir los cuentos. En nuestro idioma, los libros han sido traducidos por editorial Valdemar.

Milne murió en Sussex un 31 de enero de 1956, años antes de ver la primera versión animada de su personaje, pero dejando un legado que todos los niños del mundo amarían… salvo su propio hijo, quien no se contagió de la vitalidad de sus historias sino de un profundo rencor.

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Detrás de las letras

La historia de Christopher Robin y su padre, aunque se desarrollo durante los años 30’s y 40’s, pareciera un episodio de Detrás de la música de MTV o cualquiera de esos programas de televisión que exponen el lado oscuro de las celebridades, repletos de rencores escondidos, odios, ira reprimida y desdén.

Cuando era niño, a Christopher le parecía muy divertido ser el mismo Christopher Robin de los libros de Milne. No podía haber nada mejor para un pequeño que ser relacionado con el mejor amigo de un osito que aunque en aquel entonces no contaba con la fama que tiene hoy en día, sí lo era en los libros de su padre.

Pero como es evidente señalar, Christopher Robin crecería: se interesaría por el cricket, la literatura y las matemáticas, para estudiar Letras en el Trinity College. En ese entonces nació su hermana Clarie, quien tuvo parálisis cerebral. Conforme maduraba, no soportaba las burlas de sus compañeros, quienes le hicieron bullying desde su pubertad hasta el momento de su graduación y el resto de su vida. Maldijo que no cambiara el nombre al personaje. Años después, abrió junto con su esposa (cuyo matrimonio sus padres jamás aprobaron) una librería, y declaró a los medios de comunicación que su padre lo explotaba al usar su nombre, y que era una mentira que le leía los cuentos de niño. Cabe señalar que sus acusaciones fueron una vez que Alan había fallecido, sin darle el derecho a réplica.

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El resentimiento de Christopher Robin fue tan grande, que rechazó cualquier tipo de regalías por derechos de autor que le diera Disney. Murió en 1996 después de publicar una autobiografía titulada Los lugares encantados, donde vomita pestes contra su familia, cuya hermana, por cierto, uso el dinero de las regalías para ayudar a niños con parálisis cerebral. Cuando murió Milne, Christopher Robin ni siquiera fue a darle el pésame a sus seres queridos sino hasta 15 años después.

En honor a la verdad, independientemente del lado oscuro de la historia, Winnie es un miembro más del orgulloso legado que le ha dado al mundo la literatura inglesa para niños y jóvenes. Su popularidad está entre otros de sus compañeros, como los personajes de El viento en los Sauces, Peter Pan, Alicia, Willy Wonka y por supuesto, Harry Potter. Como tantos escritores del género, Milne ofrece dos niveles para los lectores: uno, el de los niños, y dos, el que es más lírico, más cargado de metáforas: el que podemos entender los adultos.

Esa es la historia de Winnie Pooh, su mejor amigo Christopher y su creador. No cabe duda que en vísperas del Día del Niño su imagen será omnisciente y nos acordaremos de él, pues aunque a muchos adultos les parezca monótono, de pequeños todos lo conocimos, aunque fuera en algún mural despintándose en el kínder.

 

Bernardo Monroy
Bernardo Monroy
Reportero y escritor de medios digitales.

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