Su tercer lugar en las elecciones del 2009, desplazando al PRD de esa posición, convirtieron al Partido Verde Ecologista de México en un actor relevante en el juego político en Guanajuato. Su inminente alianza con el PRI en las próximas presidenciales, y su candidato Enrique Peña Nieto, será una oportunidad para dar otro salto. Pero también, ambas circunstancias, lo han colocado frente a nuevas acechanzas.
El crecimiento de la votación del PVEM en Guanajuato, hasta llegar casi a un 12 por ciento de la votación emitida, por un 27 por ciento del PRI y un 44 por ciento del PAN, obedeció sobre todo a una atinada selección de candidatos a alcaldes en municipios como Celaya, Guanajuato y León.
Ese resultado, casi por completo, se debió a la labor consistente de la presidenta estatal de este partido, Beatriz Manrique Guevara, una abogada leonesa a quien muchos de los políticos veteranos acostumbraban ver por encima del hombro, al igual que a los ecologistas como opción política.
Ahora, en una nueva etapa, Manrique ha cumplido escrupulosamente con los estatutos de su partido y ha optado por retirarse de la dirigencia estatal para ocupar una cartera de promoción política, es decir, precisamente el lugar donde podrá dedicarse de tiempo completo a preparar su próxima camada de candidatos.
La muy factible alianza nacional entre el PRI y el PVEM puede dar lugar a decisiones cupulares para favorecer a candidatos verdes en Guanajuato, que podrían ir abanderados por ambas fuerzas políticas. Así podría ocurrir en León, con Eugenio Martínez; y en Celaya, con Felipe Arturo Camarena.
Quizá, derivado de esa perspectiva, en las últimas semanas se registró un intento muy serio por parte del gobierno panista de Juan Manuel Oliva para tratar de cooptar a Camarena mediante el ofrecimiento de un cargo público en la administración estatal, concretamente en la Secretaría de Seguridad.
Los cercanos al ex procurador estatal aseguran que la oferta lo tentó en serio y que se tardó varias semanas en dar su respuesta, que finalmente fue negativa. El impasse sirvió para acelerar encuentros entre Manrique y el dirigente estatal del PRI, José Luis González Uribe, de los que salieron seguridades sobre el futuro de Camarena, bien en la candidatura a alcalde, bien en una postulación a diputado, en ambos casos con el respaldo de una alianza PRI-PVEM.
Naturalmente, una promesa así sólo podrá ser validada en su momento y desde las instancias nacionales de ambos partidos, peor la coyuntura está abierta, sobre todo porque al PRI le urgirán votos que posiblemente sus agotados representantes en Guanajuato ya no le podrán dar.
De una u otra manera, la incansable y habilidosa operadora que es Betty Manrique logro superar la acechanza sobre una de sus mejores cartas y el perjuicio que le provocaría que se pasase al adversario.
Lo que no puede dejar de observarse es el activismo del gobernador Oliva para influir en las elecciones del 2012, a grado tal de subordinar incluso su política de seguridad pública, área dónde se le ofreció espacio a Felipe Camarena, a la obtención de ventajas políticas para el próximo año.
Recuerda otro hecho del pasado reciente que tuvo consecuencias nefastas para la política de seguridad, cuando el ex gobernador Juan Carlos Romero Hicks mandó a la naciente Secretaría de Seguridad a Cuauhtémoc Ojeda, a fin de evitar su reelección como rector de la Universidad de Guanajuato, relevando precisamente a Felipe Arturo Camarena.
La solución del problema universitario condujo a una actuación desganada de quien fuera el segundo secretario de seguridad en la historia de la dependencia, con los consecuentes resultados en esa área del gobierno.
Como están los tiempos y en temas tan delicados, más vale que nuestros altos mandos públicos no hagan cosas buenas que parezcan malas. Ni por equivocación.
