Finalmente, tras muchas dubitaciones y probablemente en contra de los consejos de sus “asesores” de imagen, el Ombudsman guanajuatense Gustavo Rodríguez Junquera decidió aparecer ante los medios y pronunciarse sobre el tema de las desapariciones de migrantes guanajuatenses y la posible vinculación de estos hechos con los hallazgos de centenares de cuerpos en fosas clandestinas en San Fernando, Tamps.
Reclamar su presencia no fue una necedad, ni tampoco una imposición. Las Procuraduría de los Derechos Humanos, en general, son aún instituciones débiles porque así lo han querido los poderes institucionales que las han establecido, como lo son también las contralorías o los órganos de acceso a la información pública.
Está en los ciudadanos y en los propios funcionarios responsables de dar cuerpo a estos organismos de defensa de los derechos de particulares frente al Estado, el acrecentar la fortaleza de lo que apenas son pequeños tanques de oxígeno frente al asfixiante poder de un estado que será impotente para frenar el crimen organizado, pero que sigue viendo como enemiga a la sociedad cuando quiere ser autogestiva.
La aparición de Rodríguez Junquera para sumar su voz al reclamo en contra de que puedan darse desapariciones de personas y que eso sea visto como parte de una nueva normalidad, era importante para él, para la institución que le toca temporalmente dirigir y que le va a sobrevivir. Pero, sobre todo, era importante para la sociedad de Guanajuato.
En una época donde la barbarie vuelve a alzarse como amenaza, los signos de que hay voluntad para luchar contra ella, se vuelven más importantes que nunca. Enhorabuena, procurador Rodríguez Junquera.
