Tras el partido de fútbol del viernes pasado, conocido a estas alturas como “el encuentro de la reconciliación, el gobernador Juan Manuel Oliva convocó a una cena en la que estuvieron presentes alrededor de treinta invitados, el principal de ellos, el secretario de Desarrollo Social, Miguel Márquez Márquez.
Ahí, entre anécdotas y comentarios de un accidentado match deportivo, donde la mayor fortuna fue que nadie saliera lastimado, tomando en cuenta la escasa condición física y la proclividad a las patadas, Oliva mencionó en un improvisado discurso, las que quizás han sido sus más importantes frases en lo que va del año.
No negociaré con Calderón. Voy con Márquez. fueron las frases que esperaban con fruición centenares de operadores panistas, de los que apenas dos decenas de ellos estuvieron representados en esa cena.
En su turno, Miguel Márquez no fue menos generoso: elogió el talante democrático de Oliva, que “aceptó” la derrota de su candidata a la dirigencia estatal del PAN; habló del “liderazgo indiscutible” del gobernador y finalizo con un encendido llamado a “mantenerse como equipo”.
Muchos presentes, sobre todo operadores cercanos a Márquez. Algunos ausentes notorios, sobre todo dos: Miguel Salim, quien todavía en la mañana había tenido fiesta con la presencia de Oliva, en la inauguración del Centro de Distribución del ISSEG; y Fernando Torres Graciano, aún de vacaciones.
Por lo que se ve, Oliva perdona, pero no olvida.
