No tan rápido como sería de desear, pero el secretario de Gobierno emergente del gobierno estatal, Héctor López Santillana, comienza a cambiar sus esquemas para adaptarse a las crecientes exigencias de su nuevo encargo. Y, de aquí, pál real…
Ayer, por fin, el funcionario responsable de la política en el equipo de Juan Manuel Oliva, acercó posiciones entre la presidenta del Tribunal de Justicia, Raquel Barajas Monjarás, y el procurador Carlos Zamarripa Aguirre, en el espinoso tema de la liberación de policías acusados de colaborar con la delincuencia organizada en Jerecuaro y Coroneo.
No se trata de que nadie deponga posturas, sino que la discusión se produzca lejos de los reflectores públicos y produzca resultados.
A fin de cuentas, los enemigos se encuentran fuera y son los grupos de la delincuencia organizada que han logrado vulnerar a corporaciones policiacas y establecer territorios francos en algunos municipios de Guanajuato.
Es de esperarse que las dotes de negociador que mostró López Santillana para traer importantes empresas a Guanajuato no se hayan agotado y algo se conserve. Serán más que necesarias para un terreno que no sólo es más abrupto, sino que se encuentra minado por las vanidades personales y las ostentaciones burocráticas.
