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viernes, abril 19, 2024

Medio país

El lunes pasado la Comisión Nacional de los Derechos Humanos hizo público un estudio en el que identificó riesgos para migrantes en 16 estados de nuestro país.
Resulta que la mitad de las entidades federativas son incapaces de darles una mínima protección. Nuestro estado es parte de esa lamentable lista, que abona al infierno que tienen que recorrer para llegar a los Estados Unidos.
No sólo generamos una de las mayores migraciones al país del norte, ante la evidente falta de oportunidades en nuestro territorio, sino que además somos de los estados más riesgosos para ellos.
Sin duda el macabro descubrimiento de fosas de cadáveres de migrantes nacionales y algunos probablemente centro y sudamericanos en san Fernando, Tamaulipas ha vuelto a poner el tema en la mesa.
El asunto no se puede resolver con la recomendación de que se evite viajar por esa parte de nuestro país, como lo han hecho diversas autoridades, porque ello omite lo que está sucediendo en Baja California, Chiapas, Coahuila, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Veracruz y el propio Guanajuato.
El tema de los migrantes y su vulnerabilidad no es nada nuevo. No son nuevas la vejaciones que sufren en ese eterno trayecto que lleva a algunos desde el Usumacinta hasta el Bravo; ni siquiera es nuevo como ha afectado a estas migraciones la aparición del crimen organizado. Sin embargo, a pesar de ser un tema histórico, sigue sin haber medidas de protección para ellos. Los diversos niveles de gobierno siguen apareciendo rebasados una y otra vez cada que se descubre lo que les sucede a los migrantes en el camino a la frontera con los Estados Unidos.
Así pues, esos guanajuatenses, mexicanos y latinoamericanos todos, que van en busca del “sueño americano”, antes que enfrentarse a los abusos de la patrulla fronteriza, tienen que sortear el infierno de cruzar esta patria, llena de minas en cada kilómetro, en donde el crimen organizado y las autoridades se confunden, y unos y otros y veces juntos, son capaces de ofrecer las trampas más terribles, más atroces y más macabras para ellos.
Antes, la meta era llegar a la frontera, ahora es salir de cada uno de los innumerables retenes verdaderos y falsos que hay hasta nuestra colindancia con el vecino del norte.
Vuelven a ser acciones ciudadanas las que destacan. Hace unas semanas varias organizaciones no gubernamentales, venciendo el miedo, escoltaron a “La Bestia”, este tren al que clandestinamente se van subiendo varios nacionales y centroamericanos para poder llegar desde el sur de nuestro país y recorrer buena parte de nuestro territorio con rumbo a la frontera norte. La intención era protegerlos de organizaciones criminales y de los abusos del propio gobierno.
No vemos pues acciones concretas, de ningún nivel gubernamental que impidan tragedias como la de san Fernando.
A ello hay que agregar la pasividad de algunas de nuestras autoridades, como la de la Procuraduría de los Derechos Humanos del estado, que a regañadientes tuvo que participar en el tema.
Si es grave que a todo eso se tengan que exponer nuestros migrantes, lo es más que lo tengan que hacer en plena ausencia de los organismos protectores, o supuestamente protectores de los derechos humanos.
El miedo puede ser una reacción normal de la sociedad, nunca de la autoridad, así que exigimos autoridades a la altura de lo que requiere cada guanajuatense, cada mexicano, cada persona que cruza por nuestro estado y por nuestro país.

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