De las pocas cosas que tiene para presumir Nicéforo Guerrero, el decepcionante alcalde de Guanajuato, son sus contactos en la ciudad de México, espacio en el que desarrolló la mayor parte de su desempeño público. Incluso, ese es el pretexto al que recurre para pasarse continuas temporadas en el Distrito Federal.
Pues bien, si eso fuera cierto, el edil capitalino sabría que ni la reelección de alcaldes, ni el alargamiento del mandato de tres años, son temas que se estén discutiendo en la limitada reforma política que debate el Senado en estos momentos.
Así, la conferencia de prensa que dedicó al tema este lunes, y que recibió generosos espacios en los medios entre otras cosas por la escasez de información al regreso de las vacaciones cuaresmales, podía haberse ocupado de asuntos más relevantes para los sufridos ciudadanos a los que gobierna, como la ola de inseguridad que asuela al municipio a su cargo.
Pero, incluso, si el tema de la ampliación de mandato estuviese vigente, uno de sus peores propagandistas sería un funcionario que antes de la mitad de su mandato ya perdió de manera escandalosa un plebiscito ciudadano y que tiene un desorden monumental en la administración a la que arribó ofreciendo “una nueva cultura de gobierno”.
Lo que es no tener vergüenza.
