Peleó un año completo la paternidad de la ceremonia cívica en la Alhóndiga de Granaditas, “secuestrada” por el gobierno de Juan Manuel Oliva con motivo del año del Bicentenario de la Independencia.
Cuando, por fin, le tocó presidir la Renovación del Fuego Simbólico de cada día 28 de mes, en rememoración de la toma del viejo castillo por las huestes de Miguel Hidalgo en ese día de septiembre, el alcalde capitalino Nicéforo Guerrero convirtió la ceremonia en un mitin priista, el pasado febrero.
Y en marzo, apenas en su tercer mes de haber recuperado la responsabilidad, de plano se le olvidó la efeméride, preocupado como está por sacarle al cargo todo el provecho que se pueda, esta vez con un viaje a España para “ratificar hermanamientos” con Alcalá de Henares y Toledo.
Sin embargo, pudo no ser olvido, sino diplomacia. Mejor ir a disfrutar España que recordar una batalla que culminó con una masacre de gachupines.
