Los años de 2009 y 2010 fueron intensos en la aplicación de recursos para obra pública en el Estado de Guanajuato. Eventos extraordinarios como la Expo Bicentenario y el reforzamiento de acciones de infraestructura para la atracción de inversiones, sobre todo distribuidores viales, elevaron los presupuestos contemplados originalmente.
El mayor flujo de recursos y el apoyo político del gobernador para el cumplimiento en tiempo de los compromisos ante la Federación y los inversionistas extranjeros, aumentaron notablemente el margen de maniobra y la discrecionalidad en la operación del secretario Genaro Carreño, que en los meses pasados se convirtió en uno de los funcionarios de mayor peso en el gabinete estatal.
Como todo en la vida, sin embargo, el péndulo tiende a oscilar y ahora se viene para el ex alcalde salmantino la temporada de recoger varas, una vez que pasó la de lanzar cohetes.
Ya 2010 no fue un año igual a 2009, cuando su presupuesto directo aplicado fue del orden de los dos mil millones de pesos y prácticamente toda la obra realizada por el Estado estuvo bajo su responsabilidad. El año pasado el presupuesto gastado en obra descendió a mil 850 millones de pesos y sólo mil 163 millones dependieron directamente de la SOP. Esta tendencia se agudizará en 2011.
Pero, además, el año del Bicentenario fue también el de la mayor crisis interna de la administración Carreño, cuando dos subsecretarios de la dependencia y dos directores generales, entre ellos el de Infraestructura Vial, fueron suspendidos por la Secretaría de la Gestión Pública tras encontrar irregularidades en la asignación del inconcluso bulevar Las Torres, en Salamanca, precisamente el municipio de origen del secretario y donde mantiene un frente de batalla con quienes le han sucedido.
Aunque la medida dictada por la dependencia de Luis Ernesto Ayala incluyó también a Juan Carlos Delgado Zárate, quien como subsecretario de administración planteó una pugna permanente con Carreño amparado en su cercanía con el gobernador, este funcionario ya se encontraba fuera de la SOP, al frente del Instituto de Infraestructura Educativa.
De hecho, en la lógica de la batalla entre Genaro Carreño y Juan Carlos Delgado, la decisión de la Gestión Pública fue un triunfo para el panista capitalino que se ostenta como compadre del gobernador Juan Manuel Oliva, pues en su caída arrastró varias piezas claves del secretario y lo dejó a él mismo en una posición sumamente endeble.
Incluso, debió ser necesaria la intervención del propio titular del Ejecutivo para convencer a Luis Ernesto Ayala, algo nada difícil por cierto, que las sanciones deberían detenerse en el nivel de subsecretarios y directores, pues el primer planteamiento incluía sanciones al propio Carreño, como presidente del comité de adjudicaciones.
Así, en la recta final del sexenio, la Secretaría de Obra Pública enfrenta un panorama nada brillante: con un presupuesto que descenderá de manera considerable; sin proyectos nuevos y obligada a concluir muchos pendientes; y con un titular afectado políticamente y tocado de muerte, es poco lo que puede esperarse.
Por lo pronto, la nueva situación de Genaro Carreño ya se nota en un cambio de actitud que registran, sobre todo, algunos alcaldes, quienes hasta hace poco veían inalcanzable al funcionario. Y lo que falta por ver.
