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jueves, abril 25, 2024

Protección civil

El sismo de 9.0 grados y el tsunami que han golpeado a Japón recientemente abren una serie de debates a nivel internacional y local que nos deben llevar a tomar acciones y hacer reflexiones profundas.
De entre las acciones destaco la solidaridad. El pueblo mexicano se ha distinguido por una gran sensibilidad para ayudar en los desastres que nos han ocurrido o que han llegado a suceder en otras partes del mundo.
De entre las reflexiones varias me parecen urgentes: ¿qué tan preparados estamos como país, como estado o como municipio, para enfrentar cualquier catástrofe? ¿cada uno de nosotros sabemos qué desastres naturales pueden existir en nuestros municipios, o en nuestra comunidades?. Los que conocen esos riesgos, ¿saben qué hacer ante la presencia de algún desastre? ¿saben qué acciones llevará a cabo la autoridad? ¿cómo coordinarse con ella? Las preguntas son muchas, las respuestas pocas. La gran mayoría de la población no sabemos que hacer en esos casos.
Sin duda, como lo ha dicho la canciller alemana, Angela Merkel, lo que pasa en Japón es un aviso para el mundo.
La sociedad japonesa es, a decir de los expertos, las más preparada para enfrentar una crisis sísmica desde todas sus perspectivas. Uno de los factores que más ha influido en ello es que se trata de un país asentado en una de las zonas sísmicas más activas del planeta. Pero evidentemente ello no lo es todo. Japón ha invertido en una cultura de protección civil y ha logrado excelentes resultados.
Somos, como Japón, un país con zonas sísmica muy grandes pero además, hay riesgos diversos, muy locales y específicos a nivel de nuestras comunidades, pues ningún asentamiento humano está exento de algún desastre por causas de la naturaleza.
Si bien las autoridades estatales y nacionales han creado mapas de riesgos, pretendiendo ubicar las zonas más peligrosas del país, ello no es ni la mitad de la tarea. Hay que crear los mecanismos de intervención de las diferentes autoridades en caso de una contingencia y definir su enlace con la sociedad.
Una de las grandes sorpresas que nos dejó el sismo de 1985, que golpeó a la Ciudad de México, fue la enorme capacidad de las personas para organizarse; pero también nos dejó el pésimo sabor de la ausencia de las autoridades frente a dicha crisis. Los trabajos de rescate de aquella catástrofe hubieran sido mucho más efectivos de tenerse un esquema de organización entre gobiernos y sociedad.
Hoy, frente a lo que sucede en Japón vale la pena que se revisen los sistemas de protección civil, se afinen y sobre todo logren que la sociedad seamos plenamente conscientes de los riesgos de nuestro entorno más inmediato y de lo que tenemos que hacer si se presenta algún desastre.

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