El desayuno en Silao de Alejandra Reynoso y Juan Carlos Romero Hicks, este viernes pasado, puede traer significaciones profundas en la lucha por la sucesión en el comité estatal del PAN en Guanajuato.
No es muy viable pensar que la diputada federal haya ido en busca del apoyo del ex gobernador, quien ha diluido casi por completo su capital político en el panismo local, en cuanto a votos y militantes se refiere. 
Es más viable que Reynoso se encuentre operando una salida digna del conflicto en base a empujar un tercero en discordia, con el suficiente prestigio como para atraer votos entre quienes se resisten a dar su respaldo a una discípula del Yunque.
La candidatura de Romero Hicks tendría incluso el visto bueno de Juan Manuel Oliva y podría concitar una solución de unidad al arrinconar moralmente la posición actualmente ganadora que tiene Gerardo Trujillo gracias al respaldo de Fernando Torres Graciano.
Uno de los más contentos con esta posibilidad es Gerardo Mosqueda, el precandidato al que la actual dirigencia ha mantenido en la marginalidad y que es compañero de Romero Hicks en el Instituto Estatal de Administración Pública. Por lo pronto, se le abrirían las puertas del PAN.
Menos feliz estará el doctor José Ángel Córdova, con quien Romero mantiene diferencias desde los viejos días universitarios.
Así que, como siempre, nadie sabe para quién trabaja.
