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miércoles, abril 24, 2024

Seguirán bailando a San Gonzalo en Salamanca

El atrio que fue removido, servía de escenario para que los fieles danzaran hasta el altar a pedir o agradecer milagros. Foto: Elihú Ojeda.

La tradición sigue viva, los fieles llegan y se enfilan con los demás adoradores que se van incorporando a las siluetas que se balancean como péndulos, dan un paso a la derecha y otro a la izquierda, un brinquito quizá en este cambio; es el baile de adoración a San Gonzalo, tradición milenaria que se vive en Salamanca.

Esa escena se repite cada 10 de enero, donde los fieles de todas partes acuden puntuales al templo e invaden el atrio, ese que hoy es una ruina, víctima de la modernidad que se vive en la ciudad. El templo de San Gonzalo es de los más antiguos de Salamanca, son pequeñas capillas que se construyeron a finales del siglo XVI.

Ahí se postra la imagen del santo al que se le atribuyen milagros, sobre todo bendiciones a los matrimonios y sus buenos frutos; pero también de otros, de los que apremian a los fieles.

Hoy su atrio, escenario de danzantes que con plegarias y oraciones acuden a agradecer o a suplicar algún milagro, ha desaparecido, se ha ido. Ahí sentados entre el escombro, están tres personas que recuerdan que desde niños han ido a bailarle a San Gonzalo, hoy saben que no lo dejarán de hacer, pero que el espacio será reducido.

La festividad patronal invade las calles colindantes y las vías del tren que por ahí se trazan, frente al templo. Anteriormente la gente llegaba y visitaba el recinto, luego a las afueras lo esperaban hortalizas frescas aderezadas con chile, limón y sal, eran lechugas enteras, zanahorias que se cosechaban en la zona, hace años, antes de que la urbe y la modernidad rodearan el templo.

Actualmente se sigue realizando la fiesta, pero creen que quizá con el proyecto de la avenida Insurgentes, que incluye la demolición de predios que invadieron la vía federal, la festividad no sea la misma o exista hacinamiento en el recinto sagrado por la cantidad de fieles que congrega la celebración.

Aunque el templo conservará su estructura original, es el atrio frontal el que desaparecerá, a su costado quedará un pequeño jardín, el primero quizá, donde los danzantes podrán seguir venerando a su patrono.

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