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sábado, abril 27, 2024

Tan dantesco como una ciudad

Narcotraficantes santeros. Un mono con una sobredosis de cocaína. Un mafioso ruso amante de la década de los ochenta. Un sacerdote mujeriego. Un empresario abiertamente gay experto en tranzas financieras. Una prostituta hija ilegítima de Vladimir Putin. Pandillas con nombres de los círculos del infierno de La Divina Comedia, y un comediante que es un recadero de todos los anteriores.

Esos son algunos de los personajes de En el crimen nada es gratis, la nueva y estrepitosa novela del escritor mexicano F.G. Haghenbeck, quien ofreció una entrevista para esta columna, donde nos habla no solamente sobre su más reciente obra, sino acerca de la corrección política, el humor en la literatura mexicana y la multiculturalidad.

Francisco Gerardo Haghenbeck es uno de los escritores mexicanos más prolíficos del momento. Entre su obra se encuentran series de novelas policiacas (La primera de estas, Trago amargo ganadora del premio “Otra vuelta de tuerca”) protagonizadas por Sunny Pascal, un detective que se especializa en atender a las estrellas de su época, como Cantinfilas o John Huston. Novelas de corte histórico sobre la llegada de las drogas a México, como La primavera del mal; hasta novelas para niños como Caballitos del diablo y para jóvenes como La doncella de la sal. Su novela El diablo me obligó, le hizo merecedor del premio “Nocte” de la Asociación Española de Escritores de terror. Haghenbeck es además guionista de cómics. Es autor de Corre democracia, corre; una historieta divulgativa sobre política, es el creador del cómic de vampiros Crimson y es el único mexicano que ha escrito un guion para Superman.

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En el crimen nada es gratis tiene muchos elementos de una historia de globos y viñetas. Se centra en la vida de Dante Gifford, un judío que se dedica a hacer diferentes encargos para todo tipo de criminales, y además, es comediante en un bar. Vive en una ciudad que bien pudiera ser cualquier gran urbe como Los Angeles (y por qué no, Sin City o Ciudad Gótica), y es un auténtico infierno… tanto, que las diferentes pandillas que la rigen tienen nombres de los círculos imaginados por Dante Alighieri: los irascibles son los vendedores callejeros, los violentos, los narcos; los golosos, la mafia rusa; las lujuriosas, las prostitutas; los avaros son los delincuentes de cuello blanco; los heréticos los policías corruptos, los fraudulentos los políticos y por último, los traidores… ellos, nadie sabe quiénes son.

En esa ciudad infernal, Dante es apoyado por su mentor, un sacerdote de nombre Virgilio. La acción de la novela avanza aceleradamente entre conspiraciones, asaltos, robos y persecuciones automovilísticas, y cuando el lector menos cuenta se dio, las 225 páginas han terminado.

“Que nunca los atrapen, nunca se ganan los juicios. Eso es una mala influencia de horas y horas de repeticiones de La ley y el orden”, dice Dante, y lo le falta razón al afirmar “soy un post-it de problemas andante”.

En el crimen nada es gratis es políticamente incorrecta a más no poder. El personaje afroamericano es llamado negro, el personaje homosexual se le llama “maricón”, y él a su vez llama “frijoleros” a los mexicanos. Nadie respeta a nadie, y esa corrosiva hilaridad la hace muy divertida, ya que está narrada como un número de stand up comedy, con todos los gags, bromas, chistes momentos inesperados que debe tener.

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Haghenbeck mezcla hechos reales con la trama, fundiendo la realidad y la ficción de la mejor manera. Por ejemplo, refiere al caso del espeluznante asesino serial Andrek Chikatilo, responsable de 53 muertes confirmadas, así como la Familia Guerrilla Negro (BGF) organización fundada en 1966 por George Jackson en la prisión de San Quintín, una pandilla dentro de las prisiones orientada políticamente, con ideales marxistas-maoistas-leninistas. También, el caso de los Narcosatánicos de Matamoros, liderados por Adolfo de Jesús Constanzo, quien era considerado un brujo muy poderoso por todo tipo de criminales durante la década de los ochenta, y para obtener protección mágica asesinó a una docena de personas.

Originalmente, En el crimen nada es gratis nació como un guión de cómic para la editorial Vertigo, la línea para adultos de DC cómics, pero con el paso de los años el escritor optó por convertirla en novela. Esto y más, nos lo cuenta en la siguiente entrevista.

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“Los gobernantes le tienen miedo al humor”

“En el crimen nada es gratis fue escrito como guión de comic. Muy influenciado de las obras de Tarantino y Guy Ritchie. Por su esencia de comic, los personajes son muy caricaturescos, exagerados. Así que cuando hice la traducción a prosa, tenía dudas si estos no iban a ser excesivos, pero creo que se leen bien cuando el lector acepta las reglas del juego. La idea era recrear el Infierno de Dante, por eso estaba Virgilio como su guía y cada pandilla es uno de los círculos del Infierno. Creo que terminó perdiéndose esa referencia, pero fue un buen pretexto para comenzar a formarlos”, revela F.G. Haghenbeck.

Prosigue: “deseaba hacer una historia totalmente alejada de mis demás libros, que son fieles históricamente y trato incluso de sacar historias poco conocidas. Todos mis libros están esposados a la historia o a su localidad. Este, lo deseaba totalmente libre. Que pudiera pasar en Nueva York, Paris, Buenos Aires o Madrid, y no pasara nada. Para eso, requería un elenco internacional. Y funcionó bien, creo que excepto por los modismos, es la más global de mis obras”.

Con respecto a la irreverencia y la incorrección política de la novela, y la posibilidad de que eso limite y autocensure la literatura, el autor expresa: “Dante cree (y yo) que eso termina opacando el humor. Además, es imposible hacer un  harboiler siendo políticamente correcto. Quizás se puede ser así cuando escribe historias de amor, pero no las de asesinos disparando entre sí. Y en México, eso todavía no es tan estrangularte como en USA. Aquí siempre seremos nacos al hablar”.

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Por supuesto, el autor de El diablo me obligó considera que los artistas que se venden como “prohibidos” es una acción barata: “pienso que arrojarle la culpa a alguien de nuestros errores es de llorones: Los grandotes me pegaron, Los jefes no quieren que sea exitoso, ese tipo de cosas que algunos artistas se venden como “los prohibidos” se me hace barato. Uno debe tratar de hacer lo que  cree es lo correcto, sin importar si a los otros les molestará, o no. Estamos en una época que buscamos la validación de los intelectuales, de los seguidores de Face o Twitter. Se nos olvida que solo hay una receta: hazlo”.

Con respecto al por qué de la falta de humor en la literatura mexicana, a la solemnidad y la reverencia, Haghenbeck expresa:

“Supongo que tiene que ver como la dominación de la intelectualcracia en el poder, quienes comparten el dominio de la cultura con los gobernantes. Los gobernantes tienen humor de dosis homeopáticas, le tienen miedo al humor pues es más filoso que una revolución. Por eso, lo mantienen a raya, para que no haga efervescencia y pueda afectar sus intereses. Pero si una cultura en especial se ríe de sus desgracias, es la mexicana. Por lo que debemos cultivarlo siempre”.

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Finalmente, le pedí a Haghenbeck unas recomendaciones tanto literarias, cinematográficas y de noveno arte en un tono similar a En el crimen nada es gratis. El autor señala: “Tarde de Perros, de Hugh Lauire. Sí, el doctor House. Su novela es maravillosa. Los libros de Terry Pratchett. Aunque son fantasía, es un humor muy similar. El cómic 100 balas de Brian Azzarello. Es más dramático, pero posee algo de ese “noir” moderno. Lock, Stock and Two smoking Barrells  de Guy Ritchie. El origen de la idea. Go! Una película perdida de los 90s, bastante bien escrita y muy divertida”.

Nos leemos el próximo domingo 28 desde un país que, efectivamente, es como el Infierno de Dante.

Bernardo Monroy
Bernardo Monroy
Reportero y escritor de medios digitales.

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