De repente, todos los liderazgos panistas parecen preocupados por lo mismo: ¿cómo negociar con Fernando Torres Graciano, el saliente dirigente del PAN, las votaciones del próximo domingo para conformar el nuevo consejo estatal?
El gobernador Juan Manuel Oliva, instigado por su secretario particular Román Cifuentes, logró conciliar a Ricardo Torres Origel… para negociar con Torres Graciano.
Ricardo Sheffield, a trasmano de sus aliados de la Loma, busca a Torres Graciano para armar una estrategia conjunta. Luis Alberto Villarreal tampoco quiere quedarse fuera. Hasta Erandi Bermúdez, coordinador de los legisladores federales, entre ellos Alejandra Reynoso, busca al actual jefe panista para lograr su inclusión en el nuevo consejo.
Este reflujo de movimientos deja en claro la fortaleza con la que concluye Torres Graciano su mandato, algo que sólo puede asimilarse al fenómeno que vivió el PAN durante la dirigencia del actual gobernador, Juan Manuel Oliva, fundador de una hegemonía que parece llegar a su fin.
Quizá por ello, el mayor celo que se ha despertado por el control político que ejerce en el panismo Torres Graciano, se encuentra en el propio mandatario estatal, que se ha pasado la última semana tratando de realizar operativos de última hora para influir en la conformación del nuevo consejo panista.
Oliva no se ha olvidado de cómo operan las redes de su partido, sin embargo los tiempos parecen haber cambiado y para hacer efectiva una presencia en la asamblea del próximo domingo ha debido hacer algo que hasta hace poco hubiese sido impensable: buscar un pacto con Ricardo Torres Origel, un político cuyo estilo nunca ha gustado a Oliva y que siempre fue desdeñado por el actual mandatario.
El artífice de los acuerdos entre el gobernador y el senador de la República ha sido el secretario particular, Román Cifuentes, un partidario de la idea de que la corriente que apoya a Miguel Márquez debe negociar con el ala del Yunque menos radical, es decir, Torres Origel, a fin de enfrentar con éxito a los disidentes del grupo de la Loma.
Sin embargo, cualquier acuerdo entre Oliva y Torres Origel en relación con el nuevo Consejo Estatal, requerirá la conformidad de Torres Graciano, el verdadero artífice del triunfo olivista en las asambleas municipales para elegir los candidatos a consejeros, de las que surgió una plantilla de aspirantes identificados con la corriente hegemónica que llega al 70 por ciento del total.
Quizá por ello, no parecen tan errados los esfuerzos periféricos de políticos como Ricardo Sheffield y Luis Alberto Villarreal, al tratar de hacer sus propios arreglos con Fernando Torres, para impulsar sus listas junto con las que determine el todavía dirigente.
La suerte de todas estas componendas se sabrá muy pronto: este domingo para ser más exactos. Sin embargo, queda la clara sensación de que, más allá de quien gane y quien pierda, el resultado de la asamblea panista de este 10 de abril arrojará una nueva y grave merma en las capacidades de maniobra del gobernador Oliva, que a la última hora desconfió de los aliados que le habían operado con éxito y pactó con sus adversarios del pasado.
