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viernes, mayo 9, 2025

Transversalidad, un mito genial

Hoy en día, no podemos dejar de escuchar el término transversalidad para cualquier nivel de gobierno que pretenda hacerse ver como moderno. Como un gobierno que atenderá con una perspectiva diferente los problemas de la sociedad.

Pero, ¿qué es la transversalidad? Seleccionando de las diferentes definiciones de la Real Academia de la Lengua, tomaremos la que dice “Que atañe a distintos ámbitos o disciplinas en lugar de a un problema concreto” para motivos de políticas de gobierno.

Sin embargo, una cosa es la definición y otra la ejecución, por lo que, llevaría a la pregunta, ¿la transversalidad que aluden y tanto pretenden presumir los gobiernos, es meramente esto? La respuesta es no.

Es verdad que es un término en boga, que representa modernidad, que a su vez, es necesario de aplicar, ya que representa una perspectiva distinta para solucionar o atender la problemática social; generada por políticas públicas que están siendo implementadas con carencias sustanciales por las limitantes o estructuras, en demasía, sectorializadas; en las que se basa la administración pública.

Pero también debemos considerar que, por lo tanto, la implementación de nuevas políticas públicas, proyectos de gobierno o atención a la problemática social bajo el concepto de transversalidad, suele estar basado en la aplicación más que ambigua de la definición gramatical y con un referente más que extraviado, desde la perspectiva de la concreción del término.

Las actuales administraciones de gobierno mediatizan su implementación, bajo la premisa de que las acciones tomadas estarían sustentadas básicamente, en la cooperación, comunicación y coordinación de las direcciones generales o secretarías, en su caso, de gobierno. Hasta aquí quedaría la parte de la definición atendida; faltando la parte de la ejecución, que es dónde los gobiernos pierden el concepto y por ende, los resultados.

La transversalidad requiere, para su funcionamiento, que la estructura orgánica se adecúe a este concepto de trabajo, aunado a una unificación de metas y objetivos para lograr los objetivos estratégicos de la administración. Si esto no se logra en su conjunto, todo lo que se diga sobre el uso de la transversalidad en el accionar de gobierno, quedará en el ámbito de la demagogia política.

Como podemos ver, el imponer y trabajar bajo esta circunstancia, implicará el establecimiento de tareas y objetivos compartidos por la administración de gobierno, en su conjunto; desde una visión integradora, horizontal; sobrepasando las asignaciones verticales, para cada una de las direcciones, secretarías y organismos implicados, en su individualidad.

Todo lo anterior debería darse bajo la premisa irrenunciable de que, el coordinador general (presidente municipal o gobernador) deberá participar efectivamente, en la conformación de equipos de trabajo multidisciplinarios, en lugar de los “especialistas por área”, para el logro de los objetivos deseados. Pero sin renunciar al pragmatismo de que esta nueva realidad de trabajo es complementariamente indispensable y enriquecedora, a la jerarquización vertical burocrática ya establecida.

Por lo que dependerá de la visión y capacidad del líder de la administración municipal o estatal, el que estos trabajos se logren y lleguen a buen término.

¿Se está trabajando desde la función de transversalidad en León? La respuesta es no.

Los casos para ejemplificarlo son más que patéticos, el del Parque Metropolitano y su pérdida de terrenos; el del estadio León y su falta de precisión legal; y para cerrar con broche de oro, City Park y la pretensión de usar áreas de donación, reserva pública ambiental. Permisos faltantes y otros dados en lo “oscurito”; un IMPLAN sin saber nada, mucho menos sin tener diagnósticos y los estudios necesarios; Desarrollo Urbano sin saber actuar en consecuencia; una nula comunicación del cuerpo edilicio; el embarque del gobernador Miguel Márquez para legitimar el proyecto.

Al modelo de gobierno usado en León, lo podemos clasificar más como de estilo Kafkiano, que de Transversalidad; por lo que Héctor López debería leer más a Franz Kafka cuando dice: “El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto, sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar, que para que se siga su rumbo”.

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