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jueves, marzo 28, 2024

Una sucesión muy Márquez

En la antidemocracia mexicana, que sobrevive pese al cambio de siglas de los partidos en el poder, el estilo del máximo representante político marca tiempos y modos del quehacer público. Nada es lo suficientemente fuerte para oponerse al Tlatoani, por lo menos no en las satrapías en las que parecen haberse convertido las entidades federativas.

Los gobernadores parecen incluso más empoderados que los presidentes de la República, a menudo coaccionados por poderes fácticos y por los equilibrios de la negociación en las cámaras legislativas.

Guanajuato no es la excepción. El estilo de Miguel Márquez, desconfiado, taimado, dubitativo, marca decisiones, ritmos y temporalidades de la política guanajuatense.

Así, en el estilo que Márquez quiere, el que le conviene y al que está atado, se viene desarrollando el drama de la sucesión en la gubernatura estatal.

No tengo la menor duda de que el gobernador alentó el evento del sábado pasado, donde funcionarios y diputados identificados con Diego Rodríguez Vallejo, convocaron a los alcaldes del PAN y a otros legisladores para, bajo pretexto del arranque de una “estructura” electoral, decidieron mostrar el arropamiento en torno al aspirante a gobernador que también es secretario de Desarrollo Social.

Solo la bendición de Márquez pudo hacer posible que en la reunión estuviera presente un Éctor Jaime Ramírez a quien no le gusta ser plato de segunda mesa.

Sin embargo, también Márquez consideró necesario hurtar su presencia personal en la reunión, en ese estilo marrullero que le gusta, para poder deslindarse si las cosas no salían bien, como ocurrió.

¿Tenía caso “impulsar” una estructura electoral sin la presencia de la dirigencia del partido? Solo que se le quisiera dar un descontón a Humberto Andrade o mandar una señal de que las cosas pasarán con él o sin él.

En cuanto a los pretextos bajo los cuales se convocó la reunión, hay que decir que no resultaron, principalmente porque nadie los creyó, ni los mismos que los anunciaron, mucho menos sus detractores. Y, por supuesto, prácticamente ningún observador de la política estatal se fue con la finta.

Aunque en el evento se mencionó repetidamente la palabra “unidad” y la de “disciplina”, en los hechos los convocados del sábado en el salón leonés quedaron como una corriente sectaria que se adelanta a los tiempos y que no respeta las estructuras formales del partido.

Parece un pecado de leso panismo, justo cuando este partido se apresta a una reñida contienda presidencial donde lo que ocurra en Guanajuato puede tener consecuencias en el resultado total de la elección. Por ejemplo, ¿le parecerá bien a Ricardo Anaya que su bastión electoral se problematice por devaneos de su gobernador? ¿Aplaudirá el exdirigente nacional que se deje en entredicho a su dirigente local?

Si los operadores dieguistas provenientes de la guerrilla torresorigelista creen que todo se vale, pueden estar incurriendo en un grave error de perspectiva.

Hace unas semanas el panorama que tenían muchos observadores era el de que Diego Sinhue Rodríguez había rebasado en curva a Fernando Torres Graciano en la asamblea de fines del año pasado y que lo único que debía hacer era esperar, guardar un perfil moderado y trabajar duro en la encomienda marquista de Impulso.

Hoy, tras el resbalón del sábado cuaresmal, pareciera que el unánimemente reconocido como delfín está nervioso, lo que le ha llevado a hacer un movimiento en falso.

¿Qué pasa con Humberto Andrade? Es el gran perdedor de estos primeros escarceos. En evidencia ha quedado el hecho de que su quietud no es prudencia, sino parálisis y timidez. La falta de liderazgo es problemática siempre, pero se vuelve peligrosa en los tiempos de tensión.

¿Qué pasa con Miguel Márquez? Tras los sucesos de estos días, seguramente seguirá posponiendo su decisión, lo que hará entrar en barrena a los panistas que se mueren de incertidumbre, pero también llevará a nuevos actos desesperados de los aspirantes para llamar su atención o imponerse a ella.

En el momento más antidemocrático del PAN de Guanajuato, cuando la burocracia se ha impuesto a la militancia, el gobernador que quiere jugar al gran elector puede convertirse en el aprendiz de brujo que no sabe controlar sus experimentos.

Lo más increíble es que eso ocurre en un estado donde el partido blanquiazul no parece correr riesgo alguno. No cabe duda, como solía repetir el exgobernador Juan Carlos Romero Hicks, que la falta de competencia genera incompetencia.

Arnoldo Cuéllar Ornelas
Arnoldo Cuéllar Ornelashttp://arnoldocuellar.com/
Arnoldo Cuéllar Ornelas. @arnoldocuellaro. Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981.

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