Nueva Zelanda es el primer país en otorgar a los ríos personalidad jurídica, esto después de años de discutir y considerar la cosmovisión de su población Maori y su relación con el mundo natural que se expresa en preceptos como ‘’yo soy el río y el río soy yo’’ . El considerar al río como una persona en términos jurídicos rompe con la milenaria idea de que existe una supuesta separación entre el mundo humano y no humano, una superioridad de lo cultural sobre lo natural que le otorga un poder divino al hombre para dominar y modificar la naturaleza a su antojo. Los problemas ambientales que ahora padecemos son la consecuencia de una cultura antropocéntrica que ha endorsado la idea de lo humano como externo a y separado de una naturaleza plástica, pasiva y muerta, que carece de agencia y significado.
En el caso de Guanajuato y sus ríos, la evidente desvalorización de lo natural contradice profundamente la característica más importante de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural firmado en 1972 según la propia UNESCO esto es, la forma en la que ‘’vincula en un mismo documento los conceptos de conservación natural y la preservación de la propiedad cultural. La Convención reconoce la forma en la que la gente interactúa con la naturaleza, y la necesidad fundamental de preservar el balance entre los dos’’. Es entonces prioridad para el estado y para el municipio repensar el estado actual de sus ríos y la forma constante en la que se privilegia el patrimonio cultural sobre el natural. Siguiendo con lo que la UNESCO presenta como la característica más importante de la Convención, el honor de ser una ciudad patrimonio para la humanidad tendría que estar bajo un latente riesgo de desaparecer por no reconocer la forma en la que la gente interactúa con la naturaleza y lo fundamental del balance entre lo cultural y lo natural.
El movimiento ciudadano de un grupo de vecinos en la colonia Marfil (con casi medio siglo de historia) para rehabilitar, limpiar y conservar el río Guanajuato es un ejemplo de lo complejo y grave del estado de los ríos en la ciudad. Después de organizarse y reunirse para limpiar el río con el que a diario conviven familias enteras, los vecinos se encuentran el río una y otra vez en las mismas condiciones de suciedad y contaminación; el río vuelve a tomar la función impuesta de trasportar desechos humanos, basura y escombro. El río Guanajuato es uno de los más contaminados del estado y uno de los torrentes que pertenecen a la cuenca del Río Lerma, una cuenca con una importancia hidráulica indiscutible en el país. Como el castigo de Sísifo, los esfuerzos por salvar un ecosistema fluvial lleno de historia y vida se ven una y otra vez entorpecidos por la falta de educación y de voluntad política. No se trata de una ambición estética, la conservación y rehabilitación de los ríos son un asunto de seguridad nacional y ciudadanía si ésta se entiende como el estatus que se concede a los miembros de una comunidad. Los ríos, son parte de nuestra comunidad y por lo tanto ignorar su deterioro y estado actual es una falta mayor que cuestiona nuestro propio estatus como ciudadanos y el honor de ser parte de una ciudad patrimonio de la humanidad. Los ríos somos nosotros y nosotros somos los ríos; los ríos son parte fundamental del patrimonio de la humanidad y de nuestra comunidad, sin ellos no podemos pensarnos como una ciudad digna de semejante título y honor.
