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sábado, mayo 3, 2025

Devoción y tradición en la tronadera de San Juan de la Vega deja 35 lesionados

Celaya, Gto. Ya sea por devoción a San Juanito, por tradición o simplemente por el estruendo de los petardos, la festividad en San Juan de la Vega sigue más viva que nunca.

Este año, la tronadera, una de las celebraciones más peculiares de México, reunió a 600 participantes y fue presenciada por aproximadamente 1 mil 500 personas.

Foto: México Desconocido

La festividad comenzó al amanecer, cuando la imagen de San Juanito fue bajada de su nicho para recorrer las calles de la comunidad. Durante su trayecto, se realizaron visitas a 12 hogares, donde ya se escuchaban los primeros estallidos de los tradicionales petardos de azufre y clorato.

Estos explosivos, compactados y atados a un extremo de un marro, son impactados contra el suelo por los devotos, generando una potente detonación. Para los participantes, cada explosión es un acto de fe, una plegaria al Santo Patrono con la esperanza de que sus súplicas sean escuchadas.

A pesar de los riesgos, la pasión de los fieles no se apaga. Protección Civil de Celaya reportó 35 lesionados leves con escoriaciones y cortaduras provocadas por los fragmentos de piedra que salen proyectados tras las explosiones.

Sin embargo, para quienes participan, estas heridas son parte de la bendición de San Juanito, y nada les impide continuar con la tradición.

Foto: México Desconocido

De acuerdo con la leyenda, la tradición tiene su origen en Juan Aquino de la Vega, un rico minero de Guanajuato que participó en la fundación de la comunidad.

Cuenta la historia que, tras sufrir el robo de su oro, Juan Aquino emprendió una lucha para recuperarlo. Varios habitantes del pueblo se unieron a su causa, y él, en un acto de fe, se encomendó a San Juan Bautista para lograr su cometido.

Foto: Cortesía

En honor a esta batalla entre ladrones y ejército, los habitantes recrean la escena cada año, detonando los explosivos en una muestra de devoción y fervor.

Año con año, la comunidad de San Juan de la Vega mantiene viva esta tradición única en el país. Niños y adultos elevan una oración y, con un golpe certero, azotan el marro contra el suelo para detonar su petardo, en un ritual que trasciende la religión y refuerza la identidad del pueblo.

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