Guanajuato, Gto. El Viernes de Dolores, el centro de Guanajuato capital se llena de puestos de flores sembradas en Cuevas, Cajones y Ciénaga del Pedregal; se visitan los altares a la Virgen de los Dolores y se ofrece agua o nieve a la pregunta de “¿aquí lloró la Virgen? Algunos comerciantes decoran huevos con confeti de personajes populares y otros ofertan comida y bebidas.
El “Día de las Flores” o el Viernes de Dolores, es parte de las tradiciones que se viven en Guanajuato capital y que se enmarcan en las festividades de Cuaresma y Semana Santa.

El cronista de Guanajuato capital, el doctor Eduardo Vidaurri Aréchiga, contó que desde 1761 se tiene la costumbre de montar los altares en los espacios públicos, sin embargo, la devoción a la Virgen de los Dolores llegó a México en el siglo XVI con los franciscanos y pronto se propagó por los distintos territorios.
“Es una devoción muy antigua que en Guanajuato tiene una expresión muy particular, porque se estila que las familias pongan altares dedicados a Nuestra Señora de los Dolores. Esos altares, también se han ido transformando con el tiempo: originalmente eran simplemente unas mesas con un mantel blanco, cubiertas con manzanilla, en donde se colocaba una imagen de la Virgen; ya sea en una pintura, en una lámina, etc. Y se fue sofisticando, y se fueron agregando elementos como en muchas otras partes del país: algunos ponen tapetes con semillas, otros hacen alguna alusión al Monte Calvario: ponen una cruz. Otros ponen flores de alelíes, de terciopelo, acanto, manzanilla, nube y colocan naranjas y plátanos con banderetas”.

Las familias comienzan a prepararse con semanas de anticipación, para recordar los dolores de la Virgen. Por ejemplo, las semillas que van a estar germinan el Viernes de Dolores, son bendecidas en el día de la Candelaria.
Los altares se colocan por la noche, y según la tradición, se deben visitar a las 3 de la tarde, que recuerda como la hora en que murió Jesús.

“Entonces llegamos a las casas, tocamos a las puertas y expresamos esta oración de “¿ya lloró la Virgen?” Y a una respuesta afirmativa, nos invitan a pasar a ver el altar, a meditar, orar un poco y luego, como un reconocimiento se nos ofrece un agua fresca, un poquito de nieve o unas galletas”, menciona el cronista.
A partir de 1885, “en pleno Porfiriato”, comenzó la tradición de acudir al Jardín de la Unión para participar en una romería que se organizaba desde muy temprano; se instalaba el mercado de flores y la Banda del Estado ofrecía una serenata. Es entonces cuando comienza la “costumbre” de que los varones guanajuatenses ofrezcan flores a las mujeres.
El cronista señala que a principios del siglo XX, Fernando Robles, a través de sus memorias del Viernes de Dolores, cuenta que lo común era estrenar ropa ese día.

“Era un acontecimiento importante de la Semana Santa de los guanajuatenses, de cómo vivían una sana competencia los jóvenes guanajuatenses para tratar de andar siempre bien vestidos”.
Después, ya en la década de los sesenta, los universitarios, con el propósito de financiar su graduación, comenzaron a organizar un baile un día antes del Viernes de Dolores, que pronto se popularizó como el tradicional “Baile de las Flores” que se prolonga hasta la madrugada del viernes.